El Cid cabalga.

Soldados sumisos.

La gente se gana la vida y eso justifica todo.

Hay quien diseña el armamento.

Alguien trabaja en una fábrica de armas.

Alguien carga en camiones las cajas llenas de municiones y alguien conduce hasta el barco o el avión.

Alguien las descarga del vehículo pequeño para cargarlas en el grande.

Alguien pilota el carguero que lleva esa mercancía hasta el lugar donde se consume ese producto.

Alguien la recibe y la descarga de un sitio y la carga en otro y luego alguien la distribuye para que alguien la use.

Al final de tanto alguien, alguien muere, es herido o sufre la muerte de un ser querido.

La vida que se sustenta en estos trabajos, la vida de estos alguien, es la muerte para mucha gente.

El primer alguien que diseña un fusil, un cartucho, una granada de mano, está muy lejos del dolor que acarrea su trabajo. Hay muchos alguien empedrando el camino de la muerte que prefieren no ser conscientes, que prefieren no mirar, que prefieren no saber.

Quienes dan las órdenes de disparar las balas, no cargan con el peso de las cajas. Unos y otros quieren creer que el Poder o pagar su hipoteca o tener un mejor coche es más importante que la vida de gente que está muy lejos de su casa.

¿ Transportarías tú una sola ampoya de veneno mortal para que otro se la administrara a tu hijo?

Demasiados culpables se sienten inocentes.

La maldad tiene infinitos cómplices.

"Si no lo hago yo, otro lo hará", se dicen, pero, ¿se imaginan que no lo hiciera nadie?

Y confesar y comulgar no soluciona nada.

El que nos toca.

Tiempo de querer todas las nadas.

Tiempo de ser mentidos. Jodidos.

Nada vale lo que cuesta.

Ser honrado, apesta.

Capador el que más chifle y jódase el que para chiflar no valga.

... al destierro, el Cid cabalga.

Y ahora os dejo.

Cojo mis zapatillas de andar solo y a mis cosas voy, lejos de todos.