el sol se escurre
por las vetas
de mí quebradiza alma
despierto
en la mortaja
quietud
finalmente
los aromas se desvanecen
cómo mis últimas palabras
fragantes jazmines
adornaran mí casa
entre el bamboleo
del inciensario
la esperanza violácea
abandonada
frente a los restos
míos, del altar incompleto
el búho posado en el sur
contemplará
las horas
las lágrimas secas
la procesión de las doce
resemblanzas
con un camino espectral
ya recorrido
tantas veces
que no puedo evitar
soñar una última vez
con esos trazos
trigueños
esa tersa piel
suave como la seda
entre sábanas y humo
vuelvo para no tener
ni principio ni final
en este círculo plano
atiendo las últimas súplicas
frente al desolador páramo
me entierro yo mismo
para sentir el calor
terrenal
que alguna vez
me supo acunar
sabrá que nunca pude
volver a escuchar
a la calandria cantar
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