El café en tus ojos

Con el café en tus ojos

que me miran y no me miran

que quisiera tomarme en mi despertar

y utilizarlo en mi trasnochar

y regresan a mí cada que mi alma suspira.

De día besan los rayos del sol

se adueñan de ellos

y los reflejan con mayor intensidad que el mismo sol.

Son el corazón del girasol

del girasol enamorado

del girasol romántico

del girasol de reconciliación

el origen del amor.

De noche la oscuridad trata de oscurecerlos

¡Oh, intento vano!

¿Quién le comenta al complejo anochecer

–porque no lo haré yo–

que no puede agotar no inagotable,

imaginar lo inimaginable,

alcanzar lo inalcanzable,

finalizar lo eterno,

hacer lo imposible de hacer?

El café que se siembra, que se siembra por nuestra patria

dejando insalvable el eje

junto a la vida ejemplar del campesino

ante el sol indomable.

El café que se recoje

se procesa

y se toma;

que se escoje

se admira

y se doma.

Y, no obstante, solo se sueña

solo la sueño.

¿Quién me comenta

–porque no soy capaz de asimilarlo–

que no puedo imaginar lo inimaginable,

alcanzar lo inalcanzable,

hacer lo imposible de hacer,

esperar simples ilusiones,

esperar el milagro?

El milagro que espera el ateo

incrédulo

pero con la esperanza de no estar abandonado al vacío

porque le aterra

porque me imagino dueño de lo que no es mío.