El cadáver de tu recuerdo

El cadáver de tu recuerdo

me pisa los talones

mientras camino hacia mi casa

pero

¿qué casa?

si cada puerta

es un eco de tu nombre

y cada pared

aún respira tu sombra

Los adoquines están fríos

igual que tus manos

la última vez

que intenté sostenerlas.

igual que tu voz

la última vez

que me hablaste.

igual que el espacio vacío

junto a mi cama

donde alguna vez

encajaba tu cuerpo.

Cada farola

me mira con ojos de juicio

como si también supieran

que fui necia

por creer que te tenía,

que fui un loca

por pensar

que la piel conserva

lo que el alma abandona.

El viento arrastra tu olor

pero ahora

huele a flores marchitas

a tierra removida

a cenizas húmedas.

No hay perfume

no hay dulzura,

solo el hedor agrio

de lo que se pudre

sin que nadie lo entierre.

Te veo en las esquinas

donde solíamos esperar el semáforo,

en los escaparates

donde un día

me reflejé en tus ojos,

en las mesas de los bares

donde nos prometimos siempre

en los labios de desconocidos

que repiten frases

que alguna vez fueron nuestras.

Intento sacarte

a patadas de mi pecho,

pero solo consigo

romperme las costillas.

Intento ahogarte

con whisky barato

pero solo consigo

emborrachar más tu fantasma.

.El cadáver de tu recuerdo

me pisa los talones,

y yo corro

corro

hasta que mis pulmones arden

hasta que mis piernas fallan

hasta que caigo de rodillas

en el asfalto

como una perra herida

que ya no sabe a dónde ir.

Pero sigues ahí.

No eres un fantasma

no eres un eco.

Eres carne muerta

que se aferra a mi piel,

que me habla al oído

con la voz que quise olvidar

que me mira

con los ojos huecos

de todo lo que pudo ser

y nunca fue.

Y entonces lo entiendo.

No eres tú el que me sigue.

Soy yo la que nunca

dejó de buscarte.

Soy yo la que camina

con los muertos.

Soy yo

la que se convirtió en tumba.