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El astronauta y su visitante

José

Jul 4, 2025

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El astronauta y su visitante
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El astronauta y su visitante

Un día, sin aviso y de manera casi milagrosa,

caíste en un planeta remoto.

Allí vivía un pequeño astronauta,

receloso de su mundo,

que aun así, con voz temblorosa,

te invitó a pasar.

“No me gustan los invitados”, dijo.

Y sin embargo,

con el paso de los días,

con el correr del tiempo,

de su tiempo,

se fue familiarizando con tu presencia.

Compartieron palabras, miradas, silencios.

Historias.

Y por un instante sagrado,

se volvieron uno.

Desde entonces, en su universo hay dos seres

que comparten un solo secreto:

su amor.

El astronauta era inmensamente feliz.

Te habías vuelto parte de su día a día,

una constancia dulce,

como los atardeceres,

como las estrellas,

como el arcoíris tras la lluvia,

como el olor de las rosas recién abiertas,

como la luna llena,

como su canción favorita.

Nunca imaginó tu partida.

No lo pensó, porque no sabía

cuán vital te habías vuelto.

Porque él nunca dejaba entrar a nadie.

Su mundo era su refugio,

y las pocas veces que permitió visitantes,

todo quedó en ruinas.

Pero un día, tal como llegaste,

partiste.

Y dejaste cosas.

No las maletas, ni las ropas,

sino cosas más hondas:

recuerdos, sensaciones,

pedazos de amor que ya no volverán a ser lo que fueron.

Él hubiera preferido que te llevaras todo.

Todo, menos el vacío.

Sin embargo,

también le dejaste un gran corazón.

Porque contigo,

su corazón creció.

Y en tu partida, aprendió que el dolor

es también una forma de estar vivo.

Que amar con fuerza

es la única forma de sentir tan intensamente.

Y que si el dolor es hondo,

es porque el amor lo fue aún más.

Así que decidió quedarse con todo lo que dejaste.

Apropiarse del dolor,

de los recuerdos,

de las flores que sembraste en su patio interior.

Porque entendió que no dejaste un desastre,

dejaste un jardín.

Y ahora,

lleva tus cosas a todas partes.

Ya no teme a los invitados.

Porque aprendió que, a veces,

alguien puede entrar

y no romper nada.

Sino florecerlo todo.

José

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