EL ARMA MÁS PODEROSA

                               EL ARMA MÁS PODEROSA

 Somos de una tierra que está muy al sur, tanto, que casi nos caemos del mapa. Somos un pueblo con sueños postergados, vanas esperanzas y eternos volver a empezar. Somos los destinatarios de los palazos propinados por los poderosos de uno y otro lado. Somos los que, con los dientes apretados, nos sublevamos como podemos contra la adversidad, contra el destino esquivo, contra la cotidiana tristeza.

 Y así sobrevivimos, aferrados a la esperanza de que, más temprano que tarde, íbamos a ver a la alegría doblar la esquina para venir a quedarse un ratito con nosotros.

Esperamos y esperamos… y la vida fue pasando.

Hasta que un día se produjo el milagro en la forma un héroe muy diferente a los que veíamos en la tele. Éste era un tipo que cuando corría con la pelota sudaba pueblo; un villero que hacía magia dentro de la cancha y tenía compromiso social fuera de ella. Un tipo que desafió al destino siempre y en todos lados. Un rebelde, un insurrecto… un pecador.

 Un “negrito” con talento… algo que el poder nunca perdona.

Nosotros, los pueblos enanos, solo podemos apelar a las revanchas que a veces nos brinda el fútbol… Y ahí estuvo: ¡El campeón de Fiorito!... nuestro campeón, amontonando gigantes rubios para hacer el gol más hermoso en un partido geopolítico único, histórico…Épico.

Ése día, él fue un guerrero-poeta, impostado en el pedestal de la gloria, portando el estandarte de la victoria.

Se llamaba Maradona, pero nosotros lo recordamos por sus nombres de guerra: El Diego, el Gran Capitán, el legítimo jugador del pueblo…

Podría decir muchas otras cosas… pero no puedo porque al recordarlo me gana la emoción. Solo agregaré que los que vivimos al sur, tanto, que casi nos caemos del mapa, por un tiempo nos sentimos invencibles, porque el campeón de los pueblos enanos nos dejó como legado el arma más poderosa de todas:     

 LA FELICIDAD.