El Amor: Transformación y Renacer
El amor siempre enriquece, incluso cuando duele. Llena nuestros corazones de sentimientos y recuerdos, dulces y amargos, pero, sobre todo, los colma de experiencias. Siempre trae consigo algo nuevo, porque cuando es verdadero, el amor nace una y otra vez, se transfigura, cambia sin cesar, como todo lo que está realmente vivo.
Y cuando muere—o dice morir—no desaparece, sino que se transforma en aquello que nos nutre y nos moldea. Si crece con raíces firmes, renace más fuerte, más vasto, listo para amar de nuevo. Pero esta vez lo hará con más intensidad, cargado de vivencias pasadas, con la sabiduría de un ayer que lo enseñó y con la esperanza que resurge de sus propias cenizas.
El amor nos desborda, nos revela, nos enfrenta a lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Es el más puro suero de la verdad, porque solo el amor genuino nos desnuda el alma, nos empuja a una sinceridad sin máscaras. Nos pone a prueba, nos muestra cuán frágiles podemos ser ante otro, pero, al mismo tiempo, nos da la fortaleza necesaria para resistir y florecer.
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