el amor es cuando dos personas se miran

Ando siempre constru-yéndome, acostumbrándome a todo lo que habito y vuelvo a deshabitar, creando nidos, escribiendo con otras lenguas, domesticando el lenguaje a mi favor, atrincherándome contra mi propia boca que de pronto se vuelve mi enemiga. Ando siempre hablando de la noche, los domingos, el amor, las golondrinas y el silencio — viviendo el silencio y deseando alejarme de él, viviendo en la noche y deseando que amanezca para sentir que al menos algo en mi rutina tiene la luz suficiente para no sentirme tan perdida.

Mis ojos buscan los tuyos en medio de las calles que todavía no has caminado y pienso que el amor es cuando dos personas se miran; en realidad, creo muchas cosas del amor y a veces llego a creer en que no nos amamos en realidad. Intento hacer una recopilación de las veces en las que nuestras miradas se cruzaron, intento aferrarme al brillo de tus pupilas, ese que existió única y exclusivamente para mí en esa fría noche de amor febril, amor lleno de fuego, amor de llamas naranjas que titilaban bajo la luz de la luna. A veces te extraño más de lo que digo en voz alta. A veces quiero irme de tu lado.

Ando con la mirada perdida desde que volví a mi país y creo que cada día que pasa y no te veo, existe un miedo que se apodera de mi corazón y me hace entender que nada tiene sentido. Ojalá sea mentira. Quizás estoy podrida por dentro, porque siento que no florezco. Quizás estoy estancada a tu lado y por eso no avanzamos. Quizás el fin ya estaba predestinado a ser y lo hemos aplazado por temor a enfrentar la realidad, y de ser así, nos creamos una fantasía donde vivimos felices por siempre. Pero la fantasía se siente tan real, mi amor, que no distingo el camino correcto y lo único que deseo es transitar por ahí aferrándome a tu mano.

Si el amor es tantas cosas, ¿qué cosas no estamos haciendo para poder sentir que nos amamos?