I. El Amo
En la biblioteca oscura la silla
se está meciendo, en ella el Amo fuma
su pipa y dice así: "Se me hace espuma
la carne, y ya ésta, la vieja costilla
que vuelve a mí, de oxidados barrotes
me libera, al dejar salir la flor
bañada en espirituoso licor,
que se hace estrella y entre los azotes,
atraída por el acre perfume
se eleva al cielo y a Apolo saluda
¡Perro mío, fiel en la vida cruda!
Presto muero. A la hora que se consume
mi partida, de este cascarón roto
comerás, mientras me hago mar ignoto."
II. El Perro
El Perro con su rostro familiar,
cuya luz se refleja en la conciencia
del Amo, le dice: "Hacer residencia
del alma en este lúgubre lugar,
el estómago del mundo; la entraña
abrigadora de la fértil tierra,
para el hombre que al estar en la sierra
ve el seno maternal de la montaña,
puede parecer indulgencia justa.
Pero tú que has hecho hablar a los perros,
tras haber sido enterrado en los cerros
pronto te pondrás de pie en la hora augusta.
El último sacrificio es comerte:
ya no seré el Perro ni el Amo inerte."
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