Anoche, entre tragedias y amores rotos,
intenté morir de nuevo, en mis oscuros votos.
Pero la vida, en su cruel desdén,
me retuvo, con un peso que no tiene fin.
Sin tu cercanía, mi alma se consume,
cada instante es un dolor que se presume.
La herida que dejaste en mi pecho abierto,
es un eco de tristeza, un pesar incierto.
El vacío en mi corazón es un abismo profundo,
una oscuridad inmensa que devora el mundo.
Aunque pasen mil años, mi amor no se disipa,
cada día sin ti, el dolor se multiplica.
Tu ausencia es una sombra que me persigue,
un lamento constante que en mis noches se sigue.
El vacío que dejaste es un eco interminable,
un dolor tan vasto que se siente inaguantable.
Debo decirte adiós, aunque duela este adiós,
para encontrar mi senda, para hallar mi voz.
Te deseo una vida de luz y serenidad,
que encuentres quien llene ese vacío en tu realidad.
Si no hallas a alguien que tu vacío complete,
espero que en ti misma el consuelo se repite.
Solo tú tienes a ti, y en ti está el poder,
de sanar y encontrarte, de volver a renacer.
El dolor de tu pérdida es un pesar tan real,
que cada día sin ti se siente abismal.
Aunque te amaré siempre, y en mi ser estarás,
debo dejarte ir para mi propio bienestar.
Que encuentres paz en cada nuevo día,
y que tu corazón en su propia luz se guíe.
Tu recuerdo es una llama que nunca se apaga,
un amor eterno, aunque la distancia se fragua.
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