Tal vez lo efímero deja de serlo cuando lo hacemos nuestro. Ya sea un gesto, una palabra, un pensamiento o una mirada, ese 'algo' ajeno que se graba en nosotros en forma de recuerdo, o nos cambia la forma de pensar, sentir, accionar o mirar. Cuando ese momento fugaz nos deja una huella (de la que tal vez no somos conscientes), se transforma en infinito. Se mantiene vivo y, cuando menos lo esperas, ya se lo pasaste a alguien más, creando una cadena de momentos efímeros que se vuelven infinitos.
Te invito a observarte y ver cuantas huellas dejaron en vos a través del tiempo. Al final, más allá de nuestra esencia, estamos compuestos por pequeños fragmentos de quienes pasaron por nuestra vida.
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