mobile isologo
buscar...

Ecos Memoriosos

Emery

Mar 16, 2024

61
Ecos Memoriosos
Empieza a escribir gratis en quaderno

Hacía ya mucho que el viejo reloj se rehusaba a decir la hora. Quizás fueran los largos años que había pasado en soledad en aquel rincón. O, a lo mejor, tan solo necesitaba un poco de amor, o algo de cuerda. El caso es que las agujas de hierro, con bellas terminaciones anguladas, se encontraban dormidas acunando el ventanal de nítido cristal que admiraba las montañas del sur. Recuerdo, o creo hacerlo, que solían pulir esos vidrios dos veces por día, como si la más diminuta partícula polvorienta pudiera obstruir la vista. ¡Oh, cuánto añoro ese paisaje! De eso sí estoy seguro: no lo olvidaría jamás. Podría saber que estoy allí solo por el aroma a invierno y brizna fresca. Reconocería sus puntas nevadas, altísimas, rozando el cielo, las águilas y sus graznidos. Todo me parece tan cercano, como si fuera real. Como si pudiera tocarlo. Como si no fuera solo un recuerdo.

Todo comenzó con un susurro. O, más bien, con la ausencia de uno. De pronto, como quien despierta tras un sueño hermoso, dejé de oír el viento. El muy arrogante había decidido que mis oídos no eran ya merecedores de su voz, pero no le di mayor importancia. Aún tenía mis montañas. Eso pensé hasta que la sombra llegó y también me las quitó. Ya no podía oirlos. Ya no podía verlos. Durante algún tiempo me pregunté si volvería a hacerlo y, de vez en cuando, durante las largas noches en las que, tumbado en mi cama, tengo frío, aún creo que la sombra se aburrirá de mí y me regresará mis montañas. Pero por ahora, seré como aquel viejo reloj, siempre cerca de ellas, siempre dándoles la espalda.

Emery

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión