Ecos de un corazón dormido

Ahí estaba yo, rodeada de personas que decían quererme… y me querían. Ahí estaba yo, fingiendo una sonrisa cuando por dentro estaba destruida. ¿Cómo se logra salir de un lugar tan oscuro? ¿Cómo lo hacemos si lo tenemos oculto?

La nostalgia me visita todos los días; preparo té y charlamos horas y horas seguidas. Me recuerda aquellos momentos en los que yo estaba dormida, aunque no dormía. Mi mente estaba en blanco, pero yo sufría; mi cuerpo estaba cansado y me moría. Mi corazón sangraba, aunque no hubiera herida; no tenía esperanza y tampoco buscaba conseguirla.

En busca de la felicidad, me perdí a mí misma. Perdí momentos con personas queridas, me desencontré y me alejé creyendo que mi plan funcionaría. Dejé de disfrutar las cosas que antes me hacían sentir viva, perdí la inocencia y la pureza que en mí existían. Creí durante mucho tiempo que alcanzar la perfección me serviría, pero nunca era suficiente; siempre necesitaba más. Y en esa necesidad, dejé de ser…

Hoy pido perdón. Primero, a la sombra que me consumía: gracias por enseñarme lo que duele, y perdón por dejarte gobernar mi vida. Luego, a la niña que fui: a la que lastimé con tanto odio, a pesar de saber que era igual a mí. Hoy intento sanarla y, juntas, de la mano, volver a partir. Aunque es difícil recuperar la confianza, sé que está orgullosa de mí.