Mi corazón late ardiente, Sin techo ni corriente,
No hay hogar que lo contenga, ni paredes que lo ofrenda.
Late fuerte, sin descanso, danza libre en su trance,
Canta alto en el viento, Rompiendo todo el silencio.
Quien escuchará su voz ? ¿quién vibrará con su son? Mi cuerpo es su refugio, su templo y su embrujo.
Aquí habito, me sostengo, en este pecho me enciendo. No hay más casa ni espacio, solo este latido escaso.
Anhelo soledad real, no fría ni superficial, una calma que abrace, una paz que me deshace.
Ven, baila mi tormenta, danzamos sin cuenta, fundámonos en fuego, hasta que no quede luego.
Ardamos en este son, unamos palpitación,
Que todo se desvanezca, que el alma se estremezca, y que el mundo enmudecido, sienta este latido herido.
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