Si yo en algún momento me voy, será porque la vida así lo quiso o porque me haya cansado de vivirla. Me liberaría de todo; el dolor se iría, y no me costaría tanto soltarlo. Sabría que algo de mí faltaría si no estuviera.
Hemos estado juntos siempre. Fuimos culpables de muchas vidas. Ambos no éramos vistos de buena manera… ¿cómo no me costaría dejarlo? Si desde siempre me dio noches de insomnio, y por costumbre, no podía estar sin ello.
Me duele la vida. Me duele dejar el dolor. Me duele respirar. Me duele todo lo que tenga que ver con seguir estando acá. Y más me duele sentirme culpable al saber que, para los ojos de los demás, no tengo razones para sentirme así. Pero me he ahogado tantas veces con esas razones que se quedan en lo más profundo de mí, y cuando intento sacarlas, ya es tarde para eliminarlas. Por algo están ahí, ¿no?
No es que nunca lo intenté; simplemente nadie me entendió. El dolor fue constante. El llanto y cada lágrima hicieron crecer más rosas dentro de mí, pero no eran hermosas, sino espinas que me pinchan hasta dejarme peor.
Pero respiro. Aún sigo viva. Y mientras los demás vean eso, creen que es suficiente para no sentirse culpables por no haber hecho nada.
Estaba cansada de todo… ¿Qué tenía mi mirada que no les hacía creer a las personas que lo estaba?
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