Drogas.
Nov 4, 2025
...
¿Que si quiero o que si tengo?
No deja de ser un lío el asunto en el que me adentro en esta ocasión.
No me trae aquí un interés personal por las sustancias, que ya me pilla mayor para..., mi interés es más por desentrañar lo hipócrita, económico, cultural, social y sandunguero de la cuestión.
Advierto que no llegaré a ninguna parte práctica, pero me entretengo.
Título enjundioso:
•Análisis de las polaridades y las tensiones que implicaría un cambio drástico en el paradigma global de las drogas•.
Intro:
Un escenario de legalización total de las drogas con control sanitario estricto y distribución regulada (por ejemplo un símil del modelo farmacéutico) es la antítesis del modelo actual de "Guerra contra las Drogas".
Sección primera:
Domesticar el caos.
La prohibición actual de las drogas se debe al tratamiento de las mismas como un enemigo que debe ser aniquilado por la ley. Esto propicia un mercado clandestino que es un voraz generador de violencia y corrupción.
Por otro lado, la legalización sería un intento de integrar la problemática en el cuidado y la atencion de la salud pública, transformando al criminal en un paciente o un consumidor regulado.
Sección segunda:
Riesgo y control.
Con la legalización se garantizaría la pureza y dosificación de los productos, reduciendo drásticamente las muertes por sobredosis de sustancias adulteradas.
Sección tercera:
Sin miedo.
Una menor percepción del riesgo, sumada a la disponibilidad legal y visible, podría llevar a un incremento general en la tasa de adicción.
Sección cuarta:
Delincuentes en paro.
El mercado negro perdería su principal fuente de ingresos al desaparecer el sobrecoste que implica el peligro del comercio que se da en un ambiente de prohibición.
Habría que tener en cuenta que los impuestos y precios de venta regulados podrían ser demasiado altos, manteniendo activo un nicho para el narcotráfico con precios más bajos.
Sección quinta:
La Banca siempre gana.
Se generarían nuevos ingresos masivos derivados de los impuestos, que podrían financiar programas de prevención, tratamiento y reparación social.
Eso sí, el aumento de adicciones y problemas de salud mental asociados si no se implementan políticas de educación y prevención, podría saturar los sistemas de salud pública.
Sección sexta:
De la piel pa dentro.
Se respetaría la libertad individual del adulto, sin la tutela paternal del Estado para decidir sobre el propio cuerpo: territorio soberano.
Habría que cuidar mucho evitar enviar el mensaje social de que todas las sustancias son igual de aceptables para no minimizar el peligro real de la dependencia.
(Los prospectos deberían ser muy claros).
Sección séptima:
Resonancia general.
El verdadero impacto de este escenario radicaría en el cambio de la narrativa social:
El adicto ya no sería visto como un delincuente o un "malvado", sino como una persona con un problema de salud que necesita tratamiento, cambiando el foco de la cárcel a la clínica.
Sección octava:
El padre autoritario.
Una legalización tan drástica (farmacias, controles) corre el riesgo de ser vista como una intrusión excesiva del Estado, transformando un acto de libertad en un protocolo clínico, lo que podría generar resentimiento o el rechazo a buscar ayuda por miedo al registro o la vigilancia.
Epílogo:
En esencia, el modelo planteado es un experimento social y político de inmensas proporciones, donde el control se utiliza como herramienta para desactivar un enorme nicho de violencia, pero que podría fallar si el precio (la adicción) resulta ser mayor que el beneficio (la paz social y la recaudación).
Claro está que la situación actual es del todo insostenible como modo aceptable de convivencia, pues los niveles de corrupción estamental y violencia general son catastróficamente elevados.
Soy consciente de que la hipocresía reinante en este asunto lastra cualquier toma de decisión valiente y hasta lógica. Véase lo aceptado de una de las drogas más peligrosas (el alcohol), y lo demonizado de una sustancia tan natural como el cannabis.
Mientras determinados poderosos grupos de interés y presión no desaparezcan, el escenario teórico aquí planteado no es más que una posibilidad imaginativa pero inalcanzable.
Ahora prueben a consultar los números que mueve el negocio de las drogas ilegales, tanto en beneficio para productores y traficantes, como en perjuicios para los Estados en la lucha contra el tráfico y distribución. Un pozo sin fondo.
Y conste que en las farmacias ya hay muchas drogas legales.
Dolbach.
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