Hay personas que, aunque no quieran, te achican el alma. Quizá por eso hay heridas que cierran en falso y somos tan solo un puñado de niños rotos jugando a ser adultos.
El asunto es que en ocasiones nos hacemos responsables de heridas que no (nos) hicimos. Tal vez, por eso, la historia del mundo y de la vida está tan llena de ojalás.
— o tal vez, será que merecer y tener nunca van de la mano —
Y entonces suspirás y te columpiás en los recuerdos porque conforme la herida se va abriendo nuevamente, solo queda reconocer nuestras sombras y no permitir que salgan al patio de recreo con los demás.
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