Encontré en su voz el artefacto preciso para esbozar palabras en mi vida.
Dormí. Reaccioné y reviví.
No supe ubicar mi conciencia. Intenté advertirle que no comprendo sus formas.
Inútil fue aquel intento, desconocía que tenía algo más por decirme.
Sumó signficados a mis significantes.
Llegué a ser insignificante en las melodías de su música.
Arpegios, acordes y ritmos construyeron mi fluidez, a la vez que la suya.
Era inconfortable la sensación que me producía.
Una vez más, era iluso a sus intenciones.
Dormí. Reaccioné y reviví.
A mi lado, su cuerpo.
Contestó mi incertidumbre y dijo: "Los sueños son las plegarias de los dormidos".
Luego, salió el Sol.
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