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Donde todo parece igual, pero ya no está.

ronaldo

Aug 1, 2025

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Donde todo parece igual, pero ya no está.
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La mayoría de mis tardes, casi sin pensarlo, salgo a caminar por el mismo lugar de siempre y acompañado del mismo perro de siempre.

Conozco este lugar al punto que, si quedara ciego, sabría cómo recorrerlo aun sin ningún problema. Es un lugar que me ha visto crecer, llorar, reír… y mucho me ha hecho —demasiado— esperar.

El tiempo viviendo en el rancho no tiene prisa.
Se puede describir, a este punto, como miel caliente: se escurre lentamente.
Las cosas suelen parecer eternas, pero la realidad es que nada de esto es eterno, me gustaría pensar.

Es curioso que, al ver a mi alrededor, todo parece igual,
pero nada permanece.
Las flores rosadas que ayer saludaban al sol
me di cuenta que hoy ya no están.
El árbol gigante junto a los nopales perdió una rama durante la lluvia de ayer.
Las nubes, sus colores y el aroma del aire.
Todo cambia. Todo se va.
Incluso yo.

Y sin embargo,
hay algo hermoso en la cotidianidad.
Algo casi al punto venerable: ver cómo cada día me recibe el mismo sendero,
con sus sombras familiares y sus silencios conocidos.

Pero como todo lo bello, hay algo que duele.
Porque aunque todo parezca en su lugar cada día,
cada camino es distinto.
Cada vez hay menos.
Menos conejos.
Menos flores.
Menos voces.
Menos de mí.

A veces me suelo preguntar
si este lugar realmente es hermoso,
que me gusta recorrerlo diariamente…
o si ya me acostumbré tanto
que no sé imaginar otra cosa.

Es como si estuviera dentro de esas Polaroids viejas,
con tonalidades hermosas,
donde el paisaje sigue igual
pero los colores se han ido apagando.

¿Es esta cotidianidad mi refugio…
o es mi perdición con vistas hermosas?

¿Estoy aquí porque me gusta respirar el alba,
o porque no sé cómo irme?

La cotidianidad es un arma de doble filo:
por un lado me da una paz;
por otro, me la está quitando.
Y no sé si estoy completamente del todo bien
o estoy completamente con la misma pose en estancación.

Siento que el alma de mi cuerpo —que muy apenas puedo cuidar—
está en una mecedora todo el día,
sentada, moviéndose de un lado para otro,
viendo pasar los días sin saber si sigue viviendo
o solo está esperando.

Bueno…
mañana seguiré caminando.
Mañana y todos los días.
Por los mismos caminos.
Saludando a la misma gente.
Viendo los mismos árboles.

Pero sabiendo, muy en el fondo,
que de lo mismo de siempre… nada me parecerá igual.
Porque lo miro con otros ojos.

ronaldo

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