Dicen que todo pasa,
que el tiempo borra,
que el amor se gasta
como una flor que se marchita
si no la riega nadie.
Pero yo no creo en eso.
Porque hay amores
que no se deshacen con el viento,
ni se olvidan con los días,
ni se apagan por la ausencia.
Hay amores que se quedan,
aunque ya no haya abrazos,
aunque las voces ya no se nombren,
aunque la vida tome otros rumbos.
El amor no tiene fecha de caducidad.
No pide permiso,
no reclama presencia,
solo habita.
En el fondo del alma,
donde ni el olvido se atreve a entrar.
Y aunque el mundo cambie,
aunque los cuerpos se distancien
y los caminos se separen,
hay algo en vos
que sigue latiendo en mí
como si el tiempo no existiera.
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