Es desconcertante recordar que
más allá de
estas paredes, estas frazadas y estos brazos,
hay un mundo
donde las cosas funcionan, el tiempo pasa y la gente (des)espera.
En momentos como este, de violento desvelo, me ahogo intentando dilucidar cómo es posible
que la existencia ocurra así, tan naturalmente, por fuera de tu calor,
que la realidad te contenga a vos y no al revés y
que tengamos que afrontar el funcionamiento, el paso y la desesperación.
Gracias a alguna fuerza, que no conozco ni venero pero me tiene misericordia,
tu cariño se hace extensible, a través de tu estadía en mi memoria,
a cada fragmento de realidad en el que no puedo agarrarte la mano.
Logro si me propongo, en medio de la quimera cotidiana, replicar este refugio anacrónico.
Entonces habito con seguridad las cosas, el tiempo y la gente.
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