Donde el destino aún no llega
Jun 26, 2025
Hay ausencias que no se llenan.
Se aprenden. Se aceptan.
Se acomodan como lluvia suave en el pecho sin dejar de doler del todo.
Y sin embargo…
a veces pienso que no fue un adiós, sino una pausa impuesta por relojes que no eran los nuestros.
Que lo nuestro —si es que aún existe— quedó suspendido en un hilo invisible, esperando.
Te recuerdo en lugares donde nunca estuviste, en canciones que nunca escuchamos juntos.
Es como si el eco de tu risa viviera oculto en las cosas más simples, recordándome que lo verdadero no muere, solo se esconde.
Los días pasan y no digo nada.
No porque no sienta, sino porque aprendí a quedarme en silencio cuando las palabras ya no alcanzan.
Tal vez fue el momento equivocado, tal vez fuimos dos corazones intentando encontrarse con los ojos vendados.
O tal vez —y esto duele más— fuimos perfectos, pero no para entonces.
Así que esperemos... esperemos a que la vida nos acomode.
A que sepa cuándo.
A que nos regale ese instante justo, ese cruce de caminos donde ya no haya dudas, ni miedos, ni terceras sombras.
Porque a pesar de todo, de lo que fue y lo que faltó, para mí…
Sigues siendo tú.
Y aunque no lo diga, aunque calle todo lo que aún vibra en mí, yo espero.
No como quien espera a alguien que no vuelve, sino como quien sabe que el destino todavía tiene algo pendiente.
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