mobile isologo
buscar...

Domingos en la terraza

Sep 21, 2024

62
Domingos en la terraza
Nuevo concurso literario en quaderno

Querido Juan,

Hace semanas que pienso en escribirte, pero ya sabés cómo soy. Me cuesta sentarme y poner en orden las ideas, más cuando se trata de cosas importantes. No es lo mismo hablar de fútbol o de política que de esto. De nosotros. A veces pienso que hablar de lo que importa es lo más difícil, y justo vos y yo, que nos conocemos desde chicos, nunca fuimos buenos para estas cosas.

Hoy vi una foto vieja. Estábamos en la terraza de tu casa, vos con esa camiseta de River que no te sacabas ni para dormir. Era un domingo, lo recuerdo bien. Las cosas se sentían más simples entonces, aunque probablemente no lo fueran. Me acuerdo cómo nos pasábamos las tardes en la vereda, discutiendo sobre quién era mejor, si Ortega o Batistuta, mientras los autos pasaban y la luz del día se iba deshaciendo. Era como si no existiera nada fuera de esas cuadras. Vos y yo, el barrio, la pelota. Todo lo demás era ruido lejano.

No te escribo por nostalgia, aunque en parte siempre hay algo de eso. Te escribo porque hace unos días, cuando fui a ver a tu viejo, me di cuenta de que hemos dejado pasar demasiado tiempo sin decirnos nada importante. A veces me da miedo que lo que no decimos se acumule como polvo, y después sea imposible sacudirlo. Que ese silencio termine haciendo que, cuando intentemos hablar de nuevo, ya sea tarde. Y yo no quiero eso. No con vos.

Tu viejo me contó que estuviste enfermo. Sabés que nunca fue bueno con las palabras, pero en su forma seca me lo dijo. “Estuvo jodido, pero ya va mejorando”. No sé si fue el tono o lo que no dijo, pero sentí algo en el pecho que no había sentido antes. El miedo de perderte, supongo. Y me acordé de esa vez, hace años, cuando te quebraste el brazo en aquel partido en el potrero. Vos no gritaste ni lloraste. Me miraste como si no fuera gran cosa, como si todo eso no fuera más que un tropezón. Creo que ahí entendí lo que significaba ser fuerte, aunque vos nunca lo dijeras.

Vos y yo somos como hermanos, aunque nunca lo hayamos dicho en voz alta. Hermanos de esos que no necesitan verse todos los días, pero que saben que están ahí. A veces pienso que me di por sentado eso. Que vos ibas a estar siempre. Pero después vino la vida, y con ella la distancia, los trabajos, las cosas que te comen los días sin que te des cuenta. Y cuando supe lo de tu enfermedad, me di cuenta de cuántas cosas me guardé para mí, como si tuviera todo el tiempo del mundo para decírtelas después.

Lo que quiero decirte, sin vueltas, es que te extraño, Juan. Extraño las charlas largas en tu cocina, el mate amargo que siempre hacías, las caminatas sin rumbo por el barrio. Extraño lo que éramos. Y ahora que estamos lejos, que vos estás peleando con todo esto, quiero que sepas que estoy acá. Que siempre lo estuve, aunque a veces me haya costado darme cuenta. Y si vos necesitás un hombro, un oído, o simplemente alguien que te haga un chiste malo para aflojar la cosa, sabé que podés contar conmigo. Como siempre.

No soy bueno con las palabras, eso ya lo sabés, pero esta vez quería que lo escuches de mí. O mejor dicho, que lo leas. No quiero que pasen más años sin que nos digamos lo que realmente importa. La vida es corta, Juan, y uno nunca sabe cuándo se van a acabar los domingos en la terraza.

Te quiero, hermano.

Fede

Matias Perez Hidalgo

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión