Dominada
Por Anthe
Era la mujer más hermosa que vió en su vida, pensó la chica al verla aproximarse. Se quedó estática mientras, las luces de la pista, los olores vagos y el humo se condensaban a su alrededor. Elegante, calculadora e intrigante se acercó a Cassandra, en su mente se engendró la imagen de una leona cazando. Guiada por el instinto, llevó una de sus manos a su cuello para protegerlo.
Rarísimo, pensó tratando de entender de dónde venía el sentimiento de persecución. Sin embargo, el sonido del celular interrumpió esos recuerdos. Se alejó del centro de la pista para mirar con calma quién era. En la notificación aparecía el nombre de Nicolás. No pienso responder este mensaje, se dijo con seguridad mientras guardaba el teléfono.
¿Por qué trataba de contactarse con ella? su relación se acabó sin pena ni gloria. Nicolas reunía todas las “red flags” que pululaban en las redes sociales. Todas las publicaciones indicaban que era un hombre egoísta, anhelante de apagar su luz y conservarla para sí mismo. ¿Había otra razón acaso para que la llenará de mensajes? ¿Querría saber donde se encontraba y que estaba haciendo?
“Quizás” se dijo “tan solo estaba preocupado…” la música del local empezó a sonar más fuerte. Cassandra se sintió fuertemente emocionada y repleta de energía al escucharla. Uno de sus temas favoritos estaba sonando y ella estaba pensando en ese imbécil.
Comenzó a mover su cuerpo al ritmo del reggaeton. Lentamente, las preocupaciones se resbalaban, se dispersaban, se perdían y se desintegraban. Claramente el video que vio en tik tok tenía toda la razón, después de una semana estresante lo ideal era salir a bailar y liberar todo el estrés.
Pero la mente de ella, a ratos, trataba de conectar con su inconsciente. Era algo, no podía definir qué pero, la hacía sentir incómoda. Tantos estímulos por todos lados, nunca dejar las redes sociales, vivir pendiente de las notificaciones, mantener un trabajo…
—Ten —le dijo la espectacular mujer a Cassandra, tomándola completamente por sorpresa. Se enredó con sus propios pies, reprimió un grito de felicidad y trató de parecer “misteriosa”.
—No debería recibir algo de una extraña —le contestó sonriéndole de lado.
—Tienes razón —la voz atrapante de la señorita bañaba sus oídos —pero, según internet, es más probable que un hombre quiera hacerte daño que una mujer.
“Para colmo era astuta”
—No tengo nada con que rebatir ello —Cassandra tomó el vaso notando que era limonada —¡Mi favorito! gracias —estaba justo en el punto que a ella le gustaba, casi parecía…
—¿Vamos a bailar? —comentó la bella desconocida distrayéndola.
Los mechones de cabello azul de la desconocida, parecían combinar con el fondo, las luces y hasta el ligero humo del ambiente. Animada tomó la mano que le ofrecía y se fue a la pista de baile.
***
Hace un tiempo atrás las cosas eran distintas. Cassandra era una chica tranquila que le gustaba quedarse en casa después del trabajo. Nicolás pasaba por su casa, trayendo sus cosas, dejando el cepillo, algunas ropas y otros objetos. De a poco él comenzaba a quedarse más tiempo en su hogar y ella se sentía cómoda con ello.
—¡Deberías dejar que la IA tome el control de todas tus aplicaciones! —le comentó una amiga de su trabajo.
—¡Pero si yo tengo eso! —Cassandra sacó su celular para mostrárselo a su amiga, quién se rio ante lo simple del aparato.
—Es que aún tienes ese teléfono tan antiguo. Ahora lo actual es que ni siquiera tengas que hacer tu algoritmo —le mostró la pantalla mientras le explicaba —este nuevo escanea tu cerebro, tan solo tienes que aplicarte el chip.
—¿Qué? —Cassandra se atoró con el té que bebía —¿Hablas de un chip subcutáneo? ¿Estás demente? ni siquiera tengo tatuajes —argumentó, mirando intranquila a su amiga.
—Bueno… no es necesario poner el chip. Sin embargo, si lo hicieras todo sería más sencillo. ¿Por qué no sencillamente cambias de teléfono?
Cassandra miró el nuevo objeto de su amiga. Era cierto, hace bastantes años que no cambiaba su celular, debido a que solo lo utilizaba para llamar, enviar mensajes y ver algún que otro video. Miró el teléfono de su amiga, nuevo, estiloso, brillante y muchísimo más moderno.
—Tal vez ya sea tiempo de cambiarlo.
***
—¿Cómo la estás pasando? —un ronroneo en su oído la regresó a la realidad.
—Bien —acalorada, no por el baile sino por la cercanía de la morena, Cassandra trataba de articular palabra —¿Y tú?
La exótica mujer se aproximó más a su cuerpo, comenzando a inundar sus fosas nasales con un perfume dulzón, con toques de chocolate y canela.
—La paso bien cuando estoy contigo —cerró su comentario con una sonrisa de lado, que mostró un filoso colmillo coronando su dientes.
***
—No creo que debieras tener ese teléfono —su novio parecía reacio al nuevo artefacto.
—Tranquilo, solo compré el terminal… no me pondría ese chip del que tanto hablan. —acarició la cabeza del hombre con ternura —hace rato quería cambiarlo —le mintió para tranquilizarlo.
La vida se volvió, de pronto, mucho más sencilla. La IA no solo la acompañaba cuando usaba el celular, sino que tenía conocimiento pleno de sus movimientos, gustos y preferencias. Ya ni siquiera era necesario darle like a los videos favoritos, porque todo lo que le recomendaba era perfecto. Videos de maquillaje, mujeres, carteras y bellezas de piernas largas, faldas cortas y extravagantes vestidos.
Ya no era necesario poner la alarma, recordar cumpleaños, saber las rutas, memorizar números de teléfono. Tampoco recordar el aniversario, saber cuál era el regalo perfecto ni buscar recetas para sorprender a Nicolás. El celular se adelantaba a todos sus volubles caprichos.
¿Por qué era así verdad?
***
Mareada, sudorosa y nerviosa. La cercanía de la desconocida le daba vueltas la cabeza ¿acaso era lo que ella le ofreció y bebió sin dudar? el sonido de los bajos, recorriendo su espina dorsal, las manos de la morena clavadas en su cintura, su sonrisa hipnótica, capaz de quitarle el aliento a cualquiera ¿qué hacía una belleza así con ella?
—Me gusta —la desconocida apoyó su frente con la de ella —siempre me gusta estar contigo.
—Ni siquiera —le costaba articular palabra —hemos hablado o algo parecido —con la boca seca articuló con dificultad esa oración.
—Es cómo un sueño —contoneo la cintura apegándose a su cuerpo —no es necesario pensarlo tanto, ¿verdad?
***
Nicolás miraba a su novia embelesada con los ¿beneficios? del nuevo teléfono. Desde hace tiempo la nota más lejana, más apagada, más gris. No hay matices, contradicciones, ni tampoco errores en cómo ella ejecuta su vida. Pero, eso ha hecho que él comience a ser solo un objeto decorativo.
Ya no hay recetas fallidas que hacen los dos, ni malas series que ven, riéndose de sus pésimas elecciones, ni menos perderse en los recovecos de la ciudad, tomados de la mano descubriendo nuevas cafeterías y tiendas. Ya no hay espacio para los errores en su vida con la tecnología tomando las riendas.
—Estoy pensando en ponerme el chip —le comentó Cassandra sin despegar la vista del celular.
Esa fue la gota que colmó el vaso. Nicolás la observó, pálida, ojerosa, casi sin energía vital. Quería remecer esa cara impávida y sin arrugas.
—Estás loca si piensas que te apoyaré en eso.
La chica se quedó estática al escuchar esa declaración tan sincera. Hace tiempo que ha comenzado a dudar sobre su relación. Los nuevos videos que surgen de su algoritmo, le dan a entender que Nicolás tiene muchas “red flags”. Le habla constantemente, la va a buscar a su trabajo, le obliga a comer cuando no quiere y la aleja del aparato cuando él piensa que ha sido demasiado.
Claramente él quiere controlarla.
Ella no dejará que eso pase.
—Lárgate de mi casa —sentencia Cassandra sin dudarlo un segundo.
***
La hermosa desconocida dejó de ser simplemente una compañera de baile. Ahora, está tirada sobre la cama de Cassandra, después de remecer el cuerpo de ella con sus carnosos labios. Cómo si supiera exactamente qué puntos tocar para llevarla al éxtasis. No es raro, piensa la chica, porque es conocido que las mujeres son mejores amantes que los chicos.
O al menos eso salía en ese post de instagram.
Belle estaba preparando el desayuno en la pequeña cocina. Sus curvas se mueven con gracia, delicadeza y precisión. Bate los huevos con energía, midiendo la cantidad de sal y aceite con ojo matemático, calculando a la perfección cuanta cantidad puede consumir Cassandra sin sentirse mal.
—Muchas gracias —recibe el platillo con emoción.
Belle solo sonríe al verla comer. Después, suena la puerta y ella recibe un paquete con sus manos delicadas.
—Es tu chip —le contesta en contralto iluminando la estancia con su voz.
—¿Mi qué? —consulta Cassandra sin entender mucho.
—Tu chip —repite la morena acercándose con cautela —lo hablamos hace poco ¿recuerdas? me dijiste que estabas lista. Después de todos los videos de tik tok en la noche, comentaste que estabas dispuesta a implantarlo en tu cuello.
La dueña de casa traga saliva ante ese comentario. No es la primera vez que Belle trata de que ella se implante el chip. Al contrario de Nicolás, su novia es una entusiasta de la nueva tecnología y ambas se pasan horas enteras mirando la pantalla, hipnotizadas por el calor de la luz azul.
—Perdona… lo olvidé.
—Lo dejaré acá —lo deposita en medio de la mesa del comedor —en la tarde puedo instalarlo.
Belle se retira a su trabajo dejando a Cassandra sola en la habitación. Esta última se aproxima a la mesa y toca el elemento con la punta de los dedos. Es frío, pequeño, inofensivo en su exterior. Si llegase a conectarlo a su cuello, cómo tanto lo desea su actual pareja, la IA tendría control total de su vida.
¿Sería tan malo? Gracias a ello ha conocido a Belle. Esa morena exótica con la cual comparten todo. Desde los gustos en política pasando por cosas tan superficiales cómo la comida. El teléfono le recuerda que es hora de ir a su trabajo, pero en vez de ir puntualmente, decide quedarse en casa.
Ponerse o no ponerse el chip. No va al trabajo porque necesita decidirlo. No entiende la premura de Belle para que lo instale en su cuello. Mira fotografías de internet, donde los implantados muestran orgullosos la cicatriz que le deja el implante. Una pequeña marca, casi podría pasar por una picadura de mosquito, justo al costado del cuello.
Cassandra se pasa los dedos por su cuello sin marcas. Va a mirarse al espejo notando los cambios que han pasado por su cuerpo. Ahora, tiene tatuajes en algunas partes, su ropa combina con su tono de piel, lleva el largo cabello trenzado con distintas cadenas, un peinado muy de moda… pero ¿es ella quién ha elegido todos estos artilugios?
Le llega una notificación a su pantalla. Es Belle muy animada, le envía un audio sensual donde le expresa lo feliz que está de que vaya a implantarse el chip. Suspira, trata de no responderle, sin embargo la ¿costumbre? le hace enviarle un sticker romántico.
Da vueltas por la casa, con los pensamientos enmarañados. Es cómo si una fina telaraña estuviera sobre su mente y le impidiese llegar al fondo. Algo aún le molesta de todo lo que ha sucedido. No encuentra sentido, de pronto, de su vestimenta, sus gustos y la decoración de su casa.
¿Es ella quién ha tomado todas estas decisiones? Agarra el teléfono y, por fin, lo apaga. Comprende, un poco asustada, que es la primera vez que ha decidido tenerlo en off. Es cómo despegarse de una peligrosa droga, porque los dedos buscan la pantalla inconscientemente.
Tocaron a la puerta y Cassandra, nerviosa, va a abrirla. Es Belle, quién entra con la fuerza de un huracán. Poco rastro queda de su andar silencioso, ahora es tan solo un montón de brazos y piernas, andando histéricamente por la habitación.
—¡Qué hiciste! —le reclama con una voz desconocida.
—Nada… —la voz le sale a borbotones —tan solo decidí no ir a trabajar.,.
—¡Ese no es el maldito problema! —grita cómo leona furiosa —¡Tu teléfono! ¡Dónde está Cassandra!
Es la primera vez que pronuncia su nombre con tanto odio destilado. Cassandra, aún confundida, buscó en sus bolsillos encontrando el aparato. Temblando, sudorosa y callada, le entrega el terminal a su novia. Quién, entierra sus garras para encenderlo con rapidez inhumana.
“No puede ser ella” piensa Cassandra. No ha quedado nada de la persona que la enamoró en la disco. Ahora, tan solo recuerda a una leona despedazando a su presa, furiosa y con los colmillos expuestos partiendo la carne con satisfacción animal.
—Me preocupé —explicó Belle sin poder cambiar el gesto de ferocidad en su rostro —no supe de ti en todo el día —se aproximó para tocarla pero Cassandra retrocedió.
—Estoy segura que no han pasado tres horas —musitó mirando el suelo aterrada.
—¿Cómo puedes saberlo si tienes el teléfono apagado? —replicó con dureza su pareja.
La chica pálida notó ese detalle. Sin reloj, televisión y periódicos. Solo medía el tiempo a través de la pantalla, con su luz azul idiotizante. Belle, por su parte, trató nuevamente de retomar su pose de sensualidad para replicar.
—Solo quiero lo mejor para ti —un olor dulzón le llegó a Cassandra, al darse cuenta que estaba más cerca de lo que ella quería —¿Eso es un delito? ¿no te has dado cuenta de lo compatibles que somos?
Pero, en este momento, Cassandra solo es capaz de retener en su retina la imagen salvaje de su novia. Es cómo si por fin, pudiese sacar las telarañas de su mente, despertar de una extraña ensoñación de meses y mirarla realmente. La leona continuaba expectante, esperando a que bajase la guardia, para poder enterrar las garras en ella. De pronto, mirándola con detenimiento su cuello, encontró la marca del chip… pero, no era una sino dos. Idénticas a una violenta picadura de serpiente.
—¿Tú tienes el chip? —consultó.
—Obvio, siempre lo has sabido —se cruzó de brazos.
—Tienes dos marcas… no una.
—Es un servicio especial —la mirada se le oscureció a la muchacha —es un forma mucho más salvaje de dejarte dominar por la IA.
Cassandra sintió cómo la palabra salvaje pasaba a través de todos sus poros. Sin embargo… ¿Comenzó con la llegada de Belle? ¿Acaso no empezó mucho antes? ¿Desde cuando era tan dependiente de la IA?
—No te obligaré a ponerte estos —interrumpió los pensamientos de Cassandra con esas palabras —pero, tu chip te está esperando.
La leona volvió a atacar con su seductora presencia. La chica se quedó estática parada en el living, esperando el malicioso ataque. Pero, Belle no fue para nada violenta. Posó su mano sobre el hombro derecho, dejando que su presencia fatal hipnotizara a Cassandra. Ella aspiró su delicioso aroma, volviendo a tener el estómago lleno de mariposas pervertidas. Su pareja tenía el chip en la mano izquierda, y comenzó a deslizarlo lentamente por el rostro de Cassandra, pasando por sus mejillas, boca y mentón. Abrumada por el tacto la chica se sintió indefensa y seducida, con la idea fija de besar a Belle para olvidarlo todo.
—Ni siquiera te va a doler —maulló en su oído.
Qué fácil sería decirle que sí. Los recuerdos de toda la vida pasaron por los ojos de la joven temerosa. Los primeros comienzos tímidos con las computadoras, los mp3, los teléfonos móviles, tan pesados que costaba traerlos. El cambio brutal, las pantallas cada vez más delgadas y los datos invadiendo su vida. Cambiar el teléfono, cuando ni siquiera necesitaba hacerlo, pero lo hizo para seguir la corriente. Cómo, lentamente, se perdían las posibilidades de elegir. Recordó su primer encuentro con Belle, la fascinación por su belleza, cuanto sabía de ella sin hablarlo, cómo la rodeo y la atrapó sin dejarle escapar.
Por primera vez Cassandra notó a su novia. Más allá de su sensualidad aparente, notó cómo su cuerpo moreno parecía cada vez más sintético delante de sus narices. El peinado perfecto, los labios rojos y el cuerpo sinuoso. Sin embargo, los ojos de ella fríos, vacíos y ahora, podía notar cómo una especie de datos pasaban a velocidad alarmante a través de ellos.
Dominada por la tecnología.
No había salida.
Belle se acercó y con un gesto sutil de la muñeca, la empujó delicadamente para caer sobre el sillón. Cassandra se quedó sin aliento ante ello, dejándose acariciar por la presencia de ella. La novia siguió y se sentó sobre las piernas. Dejó caer su peso, comenzando a acariciar los muslos delicadamente. Cassandra reprimió un gemido de satisfacción, sintiéndose plena entre las garras de la leona.
Satisfecha ante la rendición, la depredadora quitó los mechones de cabello de la chica. Con la otra mano, acarició los pechos de Cassandra, usando el chip cómo herramienta de placer. Llegó a su objetivo, acercándose al cuello para lamerlo con la punta de la lengua. La joven asintió silenciosamente dispuesta a hacer cualquier cosa por alcanzar el clímax en manos de Belle.
Sonriendo la morena enterró los dedos en el cuello de ella, ingresando el chip gracias a la violencia del gesto. Cassandra se sintió plena y dió su cuerpo cómo ofrenda.
Horas más tarde, Nicolás trataría de contactarse con ella por última vez. Ella, dominada por el chip, con una orden de su mente bloqueó el contacto para siempre.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión