Dolor tallado hasta los huesos

<Fue cruel.> Decía mi madre cuando hablaba de mi bisabuela, <Una mujer fría sin ninguna pizca de amor.> Finalizaba la charla cuando deseaba saber sobre aquella mujer, ni nombre tiene en mi registro de memorias, pero a medida que voy repasando mi pasado, solo puedo entender el porqué en nuestra familia carga un pesado historial de frialdad que poco a poco como glaciar, se ha podido derretir.

Como se puede juzgar a una mujer en una época dónde el mero hecho de ser una, en vez de un él era ser tachada para cumplir el único rol de servir. Ella, una jovencita que jamás conoció el amor familiar, mucho menos una amistad con quién escapar, a pesar de la abundancia económica que la rodeada, cosa rara para la época, aun así encontró la suavidad en aquel trabajador que venía a visitar, ese hombre, mala cara, mala conducta, pero el único capaz que la admiro en la penumbra de su alma, ¿Era amor o eso decía que era en su deseo de calidez?, Nunca lo entenderé, pero sí entenderé el dolor que le trajo esa decisión que pensó sería lo mejor, ¿Cómo iba a pensar que aquel que la salvó sería su perdición?, Años de pobreza de alma, de amor y realidad le dieron la bienvenida, en cuanto escapó de su mansión en el campo para perderse en la ciudad, siete hijos cargo a su espalda, trabajando de lo que sea que pudiera darle el pan a sus pollitos, aunque el esposo le robaba la mitad para el alcohol, por supuesto que jamás tuvo la oportunidad de sonreír, de abrazar o reír, ¿Cómo se puede juzgar a una mujer que nunca tuvo suavidad en su vivir?, Jamás la conocí, pero un pedacito de mi corazón siempre estará en su existencia, pues nadie merece perderse hasta la oscuridad, ante el deseo inocente de que la luz algún día la bese.