El mundo me dió todas las señales, pero en mí cabeza.
Las miradas que me diste no eran más que distantes saludos y puñaladas en la espalda.
A veces me pregunto que hubiera sido si aquel dolor no se hubiese esparcido por mí cuerpo.
Cómo el calor en mí pecho cuando te vi reír y el hueco en el mismo cuando te vi partir.
A veces me pregunto si esa mirada se hubiera mantenido aunque sea por un segundo.
Cómo hoy se mantiene la sensación de vacío y de dolor profundo.
Quisiera encontrarte, pero no sé por dónde empezar a buscarte.
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