La distancia guarda el secreto de los sentidos
de estas manos
que nunca te tocaron
ni sintieron el roce de la piel
ablandecida en la soledad
de una penumbra del fuego liso.
De una lágrima marchita.
Alejados en el cielo de nuestros latidos
escondido entre brumas de delirio
se dibujan estelas del aroma de tu cabello
que nunca logré alcanzar.
La distancia guarda el secreto de los sentidos
de estos labios que nunca besaron
los días de espera
las inseguridades
y allí donde claudica la coherencia.
Te observo distante
y transformas el cuerpo en un soplo
dónde estás diciéndome «Ven, sé mío»
como una súplica en el vacío.
Escucho a la incertidumbre
y juega con tu tono de voz
¿Cómo se siente el calor de tus palabras?
¿Es tu silencio tan feroz?
¿Por qué nos separa un mundo de esperanzas?
Dónde te veo, existes
pero no te puedo abrazar.
La distancia guarda el secreto de los sentidos
que inexorable invadieron mi alma
porque sentí fuego en mis venas
y caricias de sangre en la piel
que te condenan a vivir de la esperanza.
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