Nos hicieron creer que todos los finales son felices, pero no. De repente te ves en el medio de un mar de sensaciones, que ni vos sabías que podías sentir. No todos los amores son correspondidos, no todos sentimos lo mismo, a veces el amor no es recíproco, la gente traiciona, la gente se equivoca, se tiene miedo a querer sin preguntar hasta cuando, a sostener una mano sin hacerse cargo de lo que eso implica. En fin, se tiene miedo al amor.
Sin embargo, aún hay personas que te miran a los ojos con honestidad, que sonríen gratis descaradamente, que están dispuestas a vivir al máximo, sin dejar de arriesgar nada, que dan sin esperar algo a cambio, que saltan, aunque no sepan si va a salir bien.
Existen los amaneceres, los atardeceres, la luna, el sol, el mar, los cachorritos, el olor a pasto recién cortado, los mates con amigos, los domingos de asado y fútbol, bailar, las medialunas con jamón y queso, los abrazos, el chocolate, los libros, las películas en días de lluvia, los consejos de tu familia, los reencuentros, los Beatles, la pizza con cerveza, las fotos viejas, la comida de tu abuela, tu remera preferida, la risa de las personas que querés. Y también, el AMOR, en todas sus formas, colores, tamaños, destinatarios y variables.
Asique, aunque Disney tenga la culpa, hay que animarse a querer.
“Los corazones rotos se curan, los corazones protegidos acaban convertidos en piedra”
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