Era sábado por la tarde. Jimie me había llamado. Me ofreció acompañarlo a él y a su supuesta chica a un taller de arte en la General Paz. Le respondí que no me apetecía en ese momento, que, si quería, nos reuniéramos más tarde. Colgué, deje el teléfono en el escritorio y me tape hasta la cintura. Me quede divagando en mis pensamientos mientras miraba el techo, luego la ventana. Vaya, no me gusta mucho el color de la cortina, pero su anaranjado resalta al combinarse con el amistoso rayo de sol que compenetra en mi solitaria pieza. Sensación cálida. A la hora y media debo haberme dormido. Sueño liviano. Me despierto con facilidad. En un momento suena el teléfono nuevamente:
(¡¡Riiiiiiing!!)
— Aaah... mierda
Somnoliento giro y miro hacia el escritorio, otra vez Jimie, la puta madre. Respiro hondo y le contesto 《¿Si?》Con tono de hombre leñador, habanos y abundante barba procede a comentarme lo ocurrido. Me cuenta que se encontró a Kate y a una tal Miriam, que me dirija para allá que, nos compramos unas facturas. Kate es una buena amiga mía. Con ella asistí al taller varias veces anteriormente. Por algún motivo no fui yo su primera opción esta vez. No me llegó palabra alguna. Quedó en ir con Miriam, esa chica que en algún sitio conocimos, no lo recuerdo bien. A todo esto, yo estaba en mi cama, durmiendo la siesta. Entonces Jimie, a modo de cierre, concluye, como declarando no poder llevarle la contraria:
—Te veo en lo pronto John
—Bien bien... Me tienta, solo dame tiempo para poder arreglarme
—Son las cinco de la tarde
—Son las cinco de la tarde...
—Sí, son las cinco de la tarde
—Entiendo, ya. No puedo calmar tu impaciencia y tampoco puedo, ni quiero ir a paso rápido, fue una jornada larga. Ya sabes como es la mania, he madrugado hoy ¿Lo entendes? No prometo puntualidad
—Creo poder entenderlo. Va, sos un caracol viejo. Te veo en el correo.
—Okey
Llegué a los treinta y ocho minutos, poco menos de lo normal. Suelo demorarme más, tengo una pésima noción del tiempo. En ocasiones olvido tal condición y confió de lleno en que voy a llegar a tiempo pero, no ocurre. Da igual, no llego a tiempo de todas formas.
Una vez llego al correo y estamos todos reunidos, nos decidimos por ir a echarnos en el Buen Pastor. En el camino, Jimie me presentó a la chica. Valeria se llamaba, la había conocido unos viernes atras en un Dj set. Tenía porte de señora, usaba lentes y le fascinaban los cactus. Le comenté que a mi no tanto, que prefería los helechos o los potus.
Al estar próximos, vimos lo que era de esperarse: Abarrotado hasta en las esquinas. Demasiada gente. Algún hueco habia entre toda esa multitud pero, ni de broma nos ibamos a conformar. Al menos no en mi presencia. Eramos mayoría los que nos disgustaba la situación, por lo que sugerí cancelar las facturas y que fueramos a un café. Todos estuvieron de acuerdo y continuamos a buscar algún sitio oportuno.
Enfilamos en dirección a la Chacabuco, mientras ibamos ojeando local por local. Pasamos muchos lugares. Hasta entonces, no me había convencido ninguno de los que vimos《Nonono, acá no señores》Seguimos buscando. Una vez pasamos un par de manzanas, terminamos en la Chacabuco y cruzamos a la vereda de en frente. A las seis baldosas Valeria se frena en seco. Se da media vuelta y nos señala la heladería-café que estaba a nuestra izquierda. Resuelve llevarnos ahí, con actitud de quien tira la toalla. Una heladeria promedio, llamativa como los colores de un pelotero. No me agrada esa impronta. Yo observo el lugar en cuestión, luego me giro a observarla a élla y me quedé pensando unos segundos. Comprendí en lo inmediato que, de aceptar, definitivamente no me iba a quedar a gusto. Le dije entonces:
— Ni a palo acá. La vida es corta para tomar mal café.
— Es el cuarto lugar que rechazas flaco ¿Es que nada te gusta o qué?
— Este, en comparación a los anteriores... ¡Es del que más reniego! ¿Acaso ignorás la pésima combinación en los colores del diseño y la evidente amenaza de esas sillas a nuestra ya adolorida espalda? Estoy priorizando el mínimo estándar de calidad en taza y asiento. Las nalgas a gusto y al paladar lo justo.
No le gustó para nada mi resolución, creo haberla sacado de casillas. No suelo tener problemas en ser directo, pero no siempre ser directo me facilita las cosas. Tené más tacto John ... ¡Carajo! Suelo pasar por alto lo irritante que puedo llegar a ser. A Jimie le daba igual a dónde fuéramos, lo que le sirvieras en la mesa él se lo tragaba. A Kate no le interesó mucho nuestra discusión, se quedó al margen. Desconozco si Miriam estaba a favor o no de la mala propuesta de Valeria. Nunca lo sabré. La disputa quedó entre Valeria y yo.
—Ah—Dijo, como teniendo una repentina clarividencia —.¡¡VOS SOS UN ROMPE HUEVOS!!
—...
Cachetaso al rostro. Lo soltó con rabia, como si insultara a algún imbécil al volante. Llevábamos unas horas de conocernos y no tuvo reparos en soltarme aquello. Quedé perplejo. Algo encantado a la vez. Vaya ovarios.
Respiré hondo y la miré fijamente. Había tensión. Parecía estar algo sorprendida por lo que su boca escupió sin preámbulo alguno en mi cara. Kate soltó una carcajada insolente ; Miriam y Jimie, espectantes. Respondí entonces:
—Disculpá chabona, no quería romperte los huevos. Estas irritantes espontaneidades, prueba de mi honestidad, salen sin previo aviso.
Las palomas aletearon, los colectivos avanzaron, el viento sopló, nos miramos unos cuantos segundos y eso fue todo. El evento se tornó más un accidente que una discusión buscada; no había intenciones de empuñar la espada, así que procuramos calmarnos. Después alguien comentó algo, yo hablé, Valeria habló, todos hablamos y volvimos a la paz que reinaba hace seis baldosas. Una vez ambos de vuelta en nuestras casillas, retomamos el paso a la cafetería ideal. Por supuesto no iba a sentarme de todas maneras en ese lugar, sin importar lo que pasara. 《Todo bien chicos pero mi infusión la compro acá en frente, ustedes a lo suyo》. ¿Y Valeria? Ella... Me agrada.
Que sexi el carácter. Valeria sin lugar a dudas lo tenía. Me llevé una linda sorpresa fruto de una disputa. A veces lo negativo da paso a algo positivo. En este caso, una mujer. Que loca la vida, que loco las locas. De todas formas, sigue siendo la supuesta chica de Jimie. Quizas algún día se aburran y lo dejen.
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