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Dioses y fachas.

Dolbach

Dec 10, 2024

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Dioses y fachas.
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...

Ser.

El hecho de sustanciarse en facha, así como en católico, no es consecuencia de una meditación profunda, sincera, razonada. Se es facha por tradición familiar, por convención social, por alguna afición aledaña (toros, caza), por influencia de la manada y/o de los telediarios, pero no con un verdadero conocimiento de causa.

Un facha se basa en el prejuicio, en la soflama, en el grito fácil, en una idea muy vaga y primitiva de lo que llaman patria.

Algo similar sucede con el sentimiento religioso.

Creer en Dios es como vestirse de domingo cuando es domingo. Es lo que toca. No hay meditación profunda para este sentir que tan fundamental debería ser para la vida. Llevar a Dios en el alma no es colgarse una crucecita de plata, pero Dios queda relegado a eso, al domingo, a la estampita, a la primera comunión de la muchacha.

Si en mí hubiera fe, sería una fe racional, meditada y, al fin, profunda y determinante.

No concibo creer en algo tan sublime y vivir sin darle mayor importancia.

Solo veo, pues, hipocresía barata en quienes se dicen creyentes. Y los hay que con cuajo se dicen creyentes no practicantes ¿Como se come eso? Entiendo que se diferencie entre Dios e Iglesia, y dejar de lado los preceptos del Vaticano no se me hace descabellado, pero si crees en un Ser Supremo que rige tu destino, tu vida debería estar condicionada de modo definitivo por esa fe.

Dios no debería ser un adorno para bodas y bautizos, para la procesión, para ponerse traje y llevar un estandarte el día festivo, pero eso es para la inmensa mayoría de los creyentes.

Como la banderita el facha, así llevan la medalla los católicos.

Irán a misa, y de ella saldrán igual que van. Ir pa ná.

(Quede mi opinión en lo empírico de las mayorías que conozco yo.

Y de paso me cuenten, si a bien lo tienen, si sus mayorías cercanas y conocidas tienen distinto o similar color).

...

Que Dios me admire.

Nace esta frase en una conversación privada y me hace gracia.

Amar quiso Santa Teresa a Dios, y amar requiere sentirse admirado, admirada. ¿Quien no sintió devoción por un ser amado? Pues igual quien nos amó debió sentir por nos.

Que Dios me admire no debería ser tan difícil, basta con ser como Dios manda.

Yo, la mayoría de los instantes de mi vida, diría que el 99% de mi existir, no he hecho daño a nadie (tengan en cuenta que hay mucho estar solo, mucho dormir, mucho ir tirando sin malos afanes). Y el daño hecho, ha sido por torpeza, no por maldad.

Así, asumiendo que nadie puede ser perfecto, estoy conforme con eso, y, pienso, el Dios de tanta gente, Dios en el que yo no creo, podría y debería admirarme y tenerme en consideración. Más que a muchas de las personas que se dicen creyentes, afirmo con una rotundidad basada en el empírico conocimiento.

En fin... Una pena que no exista el pájaro.

¡Ay, Señor!

Yo, Dios.

Sé que me planteo cosas extrañas, pero imaginemos.

Siendo todopoderoso decido hacer un universo y en él un mundo con vida.

Vida diversa.

Seres de muchos modos.

Entre ellos unos individuos pensantes y con capacidades determinadas que logran encumbrar su poder por encima de los demás seres.

Puedo dejar de interesarme o puedo tener un plan a largo plazo que admita el sufrimiento de muchos de esos mismos seres y de muchos de los que los rodean.

Yo, Dios, observo y no me gusta el resultado.

¿Lo dejo estar?

Yo, Dios, no me conformo. No lo acepto.

Atiendo a eso del libre albedrío que me parece bello y deseable, pero no permitiré que ninguna libertad de acción impida la libertad de nadie.

Así, el mundo que construyo se basa en el respeto. Respeto a lo ajeno.

Con eso basta si se hace bien desde el principio.

El mundo que yo construyo no puede ser regido por los insolidarios, por los irrespetuosos, por los abusadores. Todos esos estarán identificados y tendrán lo mínimo imprescindible para su subsistencia, pero sus acciones contra el resto serán castigadas.

Así, las leyes las harán las mayorías solidarias y colaboradoras. Las mayorías respetuosas.

Así, el mundo que construyo, no necesitará de un paraíso para luego, pues con respeto, incluso contando con los accidentes y las catástrofes naturales, el mundo que yo, Dios, construyo, será un buen lugar para vivir.

Imaginen que fueran Dios

¿Dejarían que esto fuera como es, siglo tras siglo?

Sean dioses un rato.

¡Verán que cambio!

El Papa comunista.

Me resulta incomprensible entender la capacidad de auto engaño o, en su defecto, la enorme hipocresía de la inmensa mayoría de las y los qué se dicen seguidores de la Iglesia y de Cristo.

Aunque no creo en Dios, entiendo la fe y comprendo ese aferrarse a lo sobrenatural como forma de dar sentido a la existencia, pero lo continuado de las incongruencias, contradicciones e incoherencias de la Iglesia y de los más de sus servidores y seguidores me resulta completamente desquiciante.

Digo que no entiendo la sinrazón de seguir comulgando con esa vulgar tomadura de pelo. No comprendo eso en las personas decentes y honestas consigo mismas.

Imaginen que una religión habla de pobreza y humildad, de amor al prójimo, de solidaridad, del bien común, de comprender a los demás...

No parece mal, ¿verdad?

Pues e ahí el problema, que el Cristo de la cruz habla de eso. Que el Papa, aunque más suave, habla de eso.

Y por hablar de lo que habló Cristo, los cristianos de derechas (que son mayoría) odian al Papa y a sus vecinos. A mí mismo.

Pero ¿a qué cojones va a misa alguien decente?

Dios os escucha igual si le habláis desde vuestras casas. Dejad de hacerle el caldo a tanta hipocresía y mentira y negocio deshonesto.

Usad los cerebros. Son un don divino.

¡Ostia ya!

El hombre blandengue.

Vuelven las voces de tono Faryseo.

El fascismo es lo que tiene. Es una rambla de rancio abolengo que inunda a todo el Pueblo.

Familias como las de antes con el hombre que, cuando llega a casa después del trabajo, sea recibido por la mujer, pata quebrada, con el coñac y las pantuflas y una sumisión innata.

Tarde de toros sin minifalda. Partida de cartas hasta bien entrada la noche. Ir a putas cuando se tercie; da igual beber cuatro copas aunque se coja el coche.

Misa si es fiesta importante. Hasta, si me apuras, portar el estandarte. Pero Dios, siempre va aparte. La Biblia solo importa para ponerla, bien visible, del salón, en el estante. Bueno y para lo de "ojo por ojo", la cita que mejor saben.

No les gusta el hombre blandengue.

¿Como va a gustarles un hombre cargando con la compra, llevando el carrito del bebé o que se emocione con José Luis Perales?

Y a ese barco le llaman Libertad.

Libertad.

Palabra de D.

Dolbach

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