dios y mi cuerpo

hecha de esta forma enferma de somatizar, porque nunca aprendí a sentir solo con lo emocional.

el soma la parte más frágil,

el más sensible a todo;

quiere protagonizar otra escena limpiamente del dolor

que, aunque no lo cuente, proviene de mi propia psique.

me duele todo, pero sé que no me dolería si me tocaras.

mi crédulo cuerpo espera oír las palabras que no pronuncias, sufre porque lo más fácil de forzar es palabra, y aún así no te convenció.

¿qué me queda entonces? si no logro robarte alguna, tampoco (aunque lo intente) podría hacerte pronunciarlas con las manos.

te espero, y espero tus manos

juro que lo hago aunque no quiera.

peleo conmigo -o, mejor dicho, mi deseo pelea conmigo-

porque toda la sensibilidad de mi cuerpo espera tus caricias.

por suerte todavía me contiene la tristeza,

que sueño algún día transformarla en ternura,

convertirla en tu cuerpo que me abrace

volverme a hacer tuya .

por suerte en algún lado 

todavía existe un dios al que le rezo todos los días desde que te fuiste. 

al que nunca le había rendido fé, 

al que nunca había creído omnisciente;  

hoy le recito una oración que aprendí de memoria y le pido que te traiga de vuelta

hoy freno en todas las iglesias.

le entregué el cuerpo que me prestó (con el que me condenó a sentir todo):

le dejé mi disfraz.