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DIEGO POR SIEMPRE

gaspar

May 12, 2024

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DIEGO POR SIEMPRE
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Como Orfeo fui a buscarte y no giré nunca la cabeza, te lo juro. Pero, cuando llegamos a tierra firme, justo cuando intenté mirarte por primera vez, me encontré con tus rulos negros de cabello de ángel dejándome tan solo la imagen de tu nuca alejándose de mí.

Y no te diste la vuelta nunca. Ni una sola vez.

Yo estaba distraído mirando la forma de tu espalda y cómo juega con tu remera al caminar cuando me percaté de que no ibas a volver. Y al verte achicarte en el horizonte entendí por qué te ibas: ya no tenía nada para darte y lo sabías.

Ojalá pudiera decir que me lo quitaste todo y no que yo te lo di con la emoción de un niño que quiere que veas qué tan lindo es el dibujo que te hizo; con el alivio de un perro deprimido a golpizas que llora de alegría al encontrar a la primera persona que no le importa acariciarle el lomo lleno de heridas.

¿No te revuelve el estómago la sensación de que quizá esto no lo tengamos nunca más?, ¿la tenés, siquiera? No es justo irse después de admitir que tu corazón es mío. No se hacen esas cosas, no se puede ser tan maleducado. No podés tan solo dejarme canciones y borrar su dedicatoria. No podés despedirte y después volver sin decir hola. No podés dejar tus dedos marcados en mi espalda solo para que otros lo vean y digás que soy tuyo por derecho. No podés hacer de mí algo tuyo y dejarlo en la entrada de una casa, o arrojarlo por la ventana;

Como una carta de amor sin abrir, tirada en la calle;

Como una frazada con tu olor, guardada;

Como una hoja vieja en la que practicaste tu firma mil veces, porque total ya no importaba.

¿Alguna vez quisiste entenderme o solo querías ver de cerca cómo se desmorona una casa?

¿Y cómo fue?

Te vi darme tu campera después de decirte temblando que ya estoy acostumbrado al frío.

Te vi mirando enamorado mis ojos que brillaban con la fuerza de mil estrellas,

encantado con los trucos que me enseñaron a lo largo de los años.

Y justo cuando me estaba aclimatando a tu amor y su calor

-justo en ese momento-

me lo sacaste de entre los dedos

objetando que siempre fue tuyo,

o, mejor dicho,

que nunca fue mío;

que no me lo habías regalado.

¿Y sabés qué?

El amor que yo te di sí es un regalo, llevateló.

Ya no quiero tener nada que ver con eso.

Te lo di sabiendo que no lo ibas a poder devolver nunca, ni aunque llorés y se te quiebren los brazos por cargar en cada lugar al que vayas esa bandeja de plata en la que te regalé mi corazón,

esta carta,

y todo mi querer

(que en tus manos parece poco, pero es todo lo que tenía para ofrecer)

gaspar

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