diecinueve de octubre.

solo un diecinueve de octubre.

hoy, al cruzar esta fecha, la pregunta ya no viene acompañada de dolor, sino de una extraña quietud: ¿dónde se han disuelto las palabras que una vez compartimos? las semanas que siguieron pasaron con la violencia de un huracán que lo arrasa todo, pero, curiosamente, ese mismo torbellino terminó por limpiar la tristeza que me perseguía.

pensé en ti. lo hice brevemente y, para mi sorpresa, no hubo vestigio de melancolía ni pena, solo una serena indiferencia ante tu recuerdo. ante lo que fue tu presencia.

no apareció esa ansiedad habitual. ¿a dónde huyeron aquellas punzadas que electrizaban mi cuerpo con solo verte respirar? recuerdo el instante en que te solté; sentí que la vida se extinguía. fue una muerte simulada, pues, al final, sobreviví. o, al menos, aprendí que había una vida después de ti.

pensé en ti y, por primera vez, no sentí que hubiese algo defectuoso en mí. ¿por qué era solo yo quien cargaba con la incertidumbre, mientras, tu estabilidad parecía inquebrantable? cuando me alejé, creí que mi esencia estaba equivocada y que debía cambiarla por completo para poder pertenecer a un lugar que no era el mío.

pero al pensarte hoy, esa necesidad de aceptación se disolvió.

y hoy aquí puedo escribir. un certificado de mi propia liberación. me he dado cuenta de que el esfuerzo por sostenerme no estaba en ti, sino en mí.

y finalmente puedo decir, estoy mejor aquí.