Estoy muriendo lentamente,
Cada respiro, un eco fantasmal,
Cada paso, una agonía postergada.
Cada anhelo no es más que mi intento vano por vivir.
Mi cuerpo, lienzo de cansancio,
se rinde a la gravedad del tiempo.
Hace mucho mi mente dejó de jugar en el laberinto de sombras,
ahora la esperanza agoniza como una estrella fugaz.
El cielo cae sobre mi,
un sudario de plomo y melancolía
Estoy varada en el vasto mar de la desesperanza,
donde las olas me arrastran al olvido.
Mi alma, náufrago a la deriva,
lucha contra la corriente del olvido.
La vida se desvanece como un susurro distante,
mientras la noche eterna se cierne sobre mi.
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