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    Diario Epistolar del 25 de Octubre de 2024 - "La raíz de esta Sombra" | Milagros Gomez

    Oct 25, 2024

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    Diario Epistolar del 25 de Octubre de 2024 - "La raíz de esta Sombra" | Milagros Gomez
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    Al interlocutor que comparte su tiempo con esta lectura, le escribo: Ha sanado, al parecer, una de las tantas venas de la vida que impulsan mi corazón. Todas trabajan para abastecerlo en una armonía perfecta, sincronizadas con el reloj que poseo a mi lado. Sin embargo, ninguna sustenta mis latidos como esa vívida pero tétrica existencia, pues me la arranqué de raíz al sanar. Sí, ahora mi latir es otro; es sólido y musical, como los coros del mar. Insondable y pacífico se encuentra mi pensamiento... y qué agotador es este silencio, no lo soporto. De raíz expulsé estos vastos infiernos, y cuando me refiero a ellos, es imprescindible mencionar a esta sombra, la psique que desglosa mi arte. ¡Cómo te extraño, dolor retumbante! Vuelve a mi prosa, sé ese matiz obsesivo que siempre has sido, enséñale a mis venas cómo debe latir este corazón.

    He sanado, y te he perdido, cruel esencia. Ya no te presentas para atormentarme en un desvelo sublime. Ya no hay de qué escribir, la vida no es suficiente remedio para mi fascinación por la muerte. Le escribo al habla para que vuelvas, porque estoy, junto a estos escritos, recitando un nuevo idioma; uno que incluso mis antepasados han hablado, pero en el más desalmado de los silencios. Yo vivo por ellos, ellos viven por mi arte. Aquellos muertos se rinden devotos al terror que emana de estas poesías, que muy seguramente hallarán acogida en otro sombrío latir, cuando el mío fallezca ante la inevitable posteridad.

    Te necesito, eterna oscuridad, pilar de toda idea que embellezco con solo describirte. Esta es una dualidad prohibida, porque es tan profunda como aterradora, y las personas que habitan solo en la superficie nunca se atreverán a desmenuzarte. Pero tuya es mi alma, terror poético; en ti se diluye mi verdadero yo, el monstruo que el mundo nunca amará.

    No temo expresar esta conjetura, pues para mí el sentido del amor es rendirse y entregarse a la literatura. Estoy casada con mis versos, atada al enamoramiento de esta escasa luz. Y me permito, sin tapujos, la libertad de admitirlo: a mí poco me interesan las personas de la superficie; me atraen verdaderamente aquellas que reflejan cuánta oscuridad porto en el alma. Pero he de mencionar en este diario que no se trata de nada más que del interior, una escala más profunda del inconsciente. Por lo tanto, jamás sería capaz de cometer la atrocidad de dañar a quienes quiero, a los animales que devotamente respeto, y a todos aquellos a quienes deba ayudar.

    Esta es una carta a lo que soy, a lo que no puedo cambiar. Al dolor que me fue concebido desde la temprana infancia, y al duelo que me supuso en la adolescencia, cuando lo exploré para comprenderlo. Es un llamado al don, fruto de la desdicha, pero don al fin y al cabo. Gracias a él es que escribo con tal intensidad, como si todo afecto me supiera a poco comparado con el frío que, muy difícilmente, aprendí a sobrellevar.

    Una vez más, al interlocutor que comparte su tiempo con esta lectura, le escribo: ¡Muchas gracias!

    Milagros Gomez

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