Diario de una Mala Escritora

De repente me pregunto cuántos libros leí. Me hice la misma pregunta: ¿Cuántos libros leí? Depende que se considere leer un libro ¿Libros enteros? ¿Que haya leído más del 50%? ¿A partir de qué edad?

No me considero una buena lectora - respondí. Que alivio fue decir eso en voz alta. Ni lectora, ni escritora. La literatura es para mi ese espacio donde soy libre de no ser buena suficiente y sentirme bien con eso. Antes de reconocerle a la literatura un espacio consciente en mi vida nunca había tenido ese vínculo con nada ni nadie.

No se cuantos libros leí porque estoy segura que son más los que deje incompletos por ahí que los que llegue a terminar. Los deje así, incompletos, en la mitad, en el inicio o casi en el final. Y no me importa. Son mis libros, los dejo por donde quiera. También los rayo, los dibujo, los recorto y los escribo. Incluso les marco las páginas y hago todo lo que dicen que no podría. Porque soy justamente eso: una mala lectora, y mis libros son también los libros de una mala lectora, por lo tanto míos. Solo míos.

La literatura es ese espacio que me permite ser mala sin remordimientos.

Pueden algunos aconsejar como leer o escribir mejor, pero me considero en la total libertad de esquivar cualquier advertencia porque no me interesa ser buena. La literatura me permite ser mala y no fallar. Es la mayor libertad que yo (una autoexigente) pude alcanzar: no querer que me corrijan y rechazar la idea de tener un mejor desempeño.

Si no me sale bien, no lo considero un fracaso.