Diablitos

Calaveras y Diablitos

Aunque momentáneo, persiste el recuerdo de una silueta que deambula por las calles grises, rodeada de una marea agitada por la corriente.

Como un náufrago, llegaste de la forma más inoportuna, buscando lo que creía yo tener: la respuesta a un enigma presente desde la concepción. Y yo, carente de mi ignorancia, aseguré tenerla. Era mi sueño mostrarte al mundo como un ser extraordinario, trascendental, digno de aplaudir y admirar. Siempre fue mi intención verte crecer; vi esa luz incandescente, una niña incauta a ser salvada de las garras del mundo.

Poseí mi ala de seguridad, como un manto protector ante la realidad que tanto despreciaba. Asumí mi papel de guardián del bosque, que resguarda lo íntimo y sagrado, anteponiendo su propia vida. Nunca lo pediste; yo te lo obsequié, te otorgué mis ojos con la esperanza de descubrir nuevos mundos. Ahora intuyo que regalé ojos de cristal a enfermos de los oídos.

No buscaba nada, al menos, nada material. Creí ser suficiente. Pero no existe pozo que albergue todo el ardor de tu alma, ni nube que cargue con todas las gotas de tus lagrimales; es simplemente imposible salvar a un ángel que se acostumbró a vivir entre humanos.