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    Día de verano.

    Nazarena.

    May 9, 2024

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    Día de verano.
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    El silencio del barrio en mañana de verano. El ronroneo de un auto a lo lejos, el salpique de una manguera abierta en un patio, la conversación por lo bajo en la verdulería de la esquina, la ausencia de toda alarma en la primera semana de enero. Los chicos siguen durmiendo, las madres madrugan para tomar sol a escondidas de su familia, los padres apenas están haciéndose un desayuno para comenzar un día en que no van a hacer mucho más que comer y dormir. Las visitas a la familia ya han ocurrido, el caos de diciembre y las fiestas están en el pasado, y queda tan solo disfrutar del calor y el silencio de un barrio casi vacío. Los árboles susurran con una brisa que con el pasar de las horas se vuelve más y más cálida, y se llena la pelopincho para disfrutar hasta el anochecer. Cada tanto, ladra un perro, y los vecinos lo acompañan en su canto de jauría. La televisión apenas sintoniza, y está en silencio prendida en el comedor, pasando la temperatura para el día. Treinta y dos grados para las tres de la tarde. Pero aún es de mañana, las camas están todavía destendidas y probablemente lo estén hasta después de la siesta, las fiambrerías todavía no han cerrado pues ni siquiera es el mediodía. Es la hora del silencio y de los murmullos, la hora en que despierta la gente pero sin el sonido de un gallo, pues no están lo suficientemente lejos del centro como para considerarse menos o más que un simple barrio urbano. Pero la tranquilidad que acechaba se va esfumando, se acerca la hora de encender los fuegos para los asados, y los niños van despertándose frescos y acalorados, llenos de energía pero con la paz de un día de verano.


    Nazarena.

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