Te amo con la fiebre de un mártir en llamas,
con la sed de un río que muere en la sal,
con la herida abierta que nunca se calma,
con la devoción de quien va a suplicar.
Te llevo en el pulso como un juramento,
como un mal antiguo que no sé arrancar,
te nombro en la sombra, te sangro en el viento,
te busco en un grito que no ha de acabar.
Mi sangre está llena de vos y me quiebra,
como un cristal roto en la boca de Dios,
y si este amor duele, que duela hasta el hueso,
que queme, que arranque, que borre mi voz.
Si no hay más camino que el de tu distancia,
si amar es perderse, me dejo caer,
que el mundo me olvide, que el tiempo me arrastre,
que todo se acabe, si no es con vos.
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