No he descubierto aún el hilo rojo que me une a ti,
a plazos, en deuda e hipotecas,
en desgaste de presupuestos sin previo acuerdo,
sin necesidad de cubrir los sobregiros del destino
que nos agitan hasta morir, solos.
Argumentando viejos retratos
sin rostro y sin edad,
nuevas deudas por saldar,
nuevas distancias por huir,
nuevas soledades por cubrir
con rubros y cheques eternamente sin fondos,
con pagos caducados y sin moneda,
con viejos aranceles y letras de cambio
sin valor.
Volvemos de todas las formas posibles
exentos de bondad, bonanza y prosperidad,
trasnochados en el tiempo
y con la mirada sin dirección,
perdidos de nuevo en medio de estados y cuentas bancarias vacías,
caminando con la carpeta y los números de la vida bajo el brazo,
emulando múltiples riquezas inexistentes,
tan solo, emulando.
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