diecinueve días, y quinientas noches,
o quizá más, he pasado preguntándome, maquinando en los jardines de mi mente,
cuánto de mí estoy dispuesta a perder
por mis ganas indomables de ser vista,
vista por Alguien, a quién creí a amar,
a quién le puse la cara de Dios, cuando demostró un atisbo de bondad a mi corazón desmembrado, una pizca de ternura a mis ojos anhelantes por tener alguna imagen divina que idolatrar.
qué precio puedo ponerle a mi deseo, con qué será satisfecho si no es con tu amor. qué hacer con esta incesante pulsión de abrazar a mi sombra, sombra que camina desprotegida hace cientos de madrugadas. cuánto cuesta mi amor, qué tan valioso debe de ser para que te dejes querer por esta alma desesperada, ansiosa, anhelante por hablarle al mundo de lo trascendental de tus versos.
si apenas me muevo en nuestra casa que está destruída, que ya no es un hogar y oigo el eco de tu cantar, que traspasó el suelo y vive en los cimientos de nuestra morada.
pero esa voz es recuerdo de un pasado lejano, idílico, utópico.
miro hacia atrás, y no hay nadie cuidando mi espalda y adelante, nadie extiende una mano salvadora. estoy tan sola que casi puedo sentir cómo lentamente, mi cuerpo se transparenta, deja de ser percibido por el mundo, deja de ser mío. de una manera terrible, mi alma se vuelve imperceptible, ínfima, y comienzo a olvidar lo que sentía cuando todavía creía que podía convivir con este inconmensurable dolor, cuándo podía mantenerlo bajo la alfombra, sin que acumulara tanto polvo que los pisos de blancos, se tornen grises.
me pregunto, con un mínimo de esperanza, si alguna vez me amarán por lo que soy,y no por lo que doy cuando amo
y también quisiera saber cuánto doy cuando amo, por qué mis dedos terminan llenos de tinta, cuánto de mí he de perder, que tan yo, qué tan mía debo dejar de ser para merecer un poco de tu ternura.
me entrego tu propia voluntad, mi santo, mi Sol, mi credo, mi Dios, no espero mucho más me mires de nuevo con amor, sino más bien que rompas este aplastante silencio, que tus palabras alivien mi pesar, y digan que está es tu manera de aceptar el ser amado, que esta es tu forma de querer, desacomodada, desorganizada, casi distraída e indiferente, esta tonta forma tonta de querer como si fueras un niño.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión