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    Destripando gasones.

    Dolbach

    Oct 1, 2024

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    Nunca hubo un paraíso.

    Cazar y recolectar conllevaba carencias, inseguridad, inestabilidad, pero había tiempo libre.

    La agricultura, al menos esa que se fue desarrollando y nos ha quedado, tan intensa, intensiva, exigente, trabajosa, esclavizó a las personas, las ató a un lugar, las obligó a trabajar de sol a sol. Y no había mucha más confianza en el mañana que antes, pues había que proteger las cosechas de aquellos que no las tenían propias y gustaban de las ajenas, y para ello había que armarse o armar a unas gentes, y, claro, mantenerlas, aunque no hicieran otra cosa que estar ahí, por si acaso. Así, aparecieron los líderes con ejércitos, y, el trigo, fue de ellos, pues ellos, que eran los que protegían de los enemigos, de los usurpadores, de los invasores, se convirtieron en enemigos del trabajador, del Pueblo, usurpando el producto de su trabajo. Un general siempre comió mejor que un labriego.

    La religión (toda religión) se puso de parte de quienes tenían el armamento (el Poder).

    Las tierras fueron, por derecho de conquista y victoria, de los aguerridos líderes de los ejercitos, de los reyes, de los marqueses que habían ayudado a echar a quienes estaban antes. Y nacieron lo países.

    Los soldados, cuando ya no hacían falta, tuvieron que trabajar, pagando por poder hacerlo, a los que se dijeron dueños de todo suelo. Los no soldados trabajaron igual siempre (si no se habían frailes o eremitas).

    Siete días a la semana, desde el amanecer hasta la puesta de sol, tan solo para no morir de hambre.

    Y que llueva, que llueva. Y que no haya una plaga. Y que no necesiten o quieran más los de las armas.

    La agricultura mató la libertad de la mayoría en beneficio del privilegio de unos pocos (aunque uno solo ya es demasiado)

    Y los unos se hicieron dueños de todo. Dueños de la tierra, de los ríos, de los bosques, de las minas, de los pueblos, de las casas, de la Justicia, de las Leyes, del Capital (hoy, por supuesto, de los medios de propaganda con su prensa mercenaria). Nada que necesite el Pueblo es del Pueblo.

    Lo siguiente, el agua.

    La agricultura nos condenó a una miserable vida de trabajo sin libertad. Para siempre.

    No, nadie nace para trabajar ocho horas al día para poder comer, y mucho menos para enriquecer a quienes se hacen los amos.

    La única solución a estas alturas es lo equitativo en el reparto. Justicia social. Solidaridad. Respeto.

    Nada que esté ni que se espere.

    Dolbach

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