No existen certezas,
desconozco el camino hacia lo que supe ser.
Quiero arrancarme la sombra que grita en silencio,
dejar atrás lo que no me entiende,
lo que pesa en mi pecho, lo que sobra de mí.
Quiero hallar el eco de mi nombre
y descubrir quién soy en cada latido.
El viento cambió, y no sé hacia dónde;
no puedo volver: lo que era desapareció.
Las palabras han perdido su voz,
ya no cuentan historias, ya no me traducen.
Todo lo que antes sabía
se ha vuelto un lenguaje que no sé descifrar.
Quiero sacudirme la duda,
reaprender el mundo,
reaprenderme a mí.
Después de todo,
no pido un final feliz,
sino uno menos doloroso
que este presente,
atravesado en todo el cuerpo.
Repetirlo como un mantra,
como si al decirlo pudiera construirlo,
como si al soñarlo, pudiera llegar.
El viento cambió y lo llevó todo,
pero quizá, entre susurros,
me traiga algo nuevo.
Algo que me haga creer
que todo esto valió la pena,
que el vacío no es eterno,
que el dolor no será lo único
que quede de mí.
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Cielo Hochberg
No sé por qué siempre que escribo termino hablando de ausencias, de muerte y de amor. Será que quizás son las únicas formas de vida que conozco.
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