He dejado la casa desordenada.
La taza de café vacía
me observa a la distancia,
las cortinas que cubren mi alma
se apiadan de mí,
el sentimiento de ser el hazmerreír
crece ante los ojos
de la mesa de noche.
Mi sábana tiene unas orbes
que no planché,
los libros no caben
en la estantería,
el silencio la hace ver vacía.
Sé que que debería ordenarla,
cuidar de ella
como una madre de su hijo,
pero lo cierto es que no,
no sé cómo decirlo.
No sé cómo confesarle
que el miedo ocupa su sitio,
que la ansiedad se hace presente
y arranca mi piel y mis gritos.
Ya no queda atisbo
de aquello que una vez inventé,
de aquellas letras que escribí,
de las noches que recé.
No queda nada ahora.
Ella me abraza
como si lo supiera,
como si hacer del invierno primavera
pudiera sacarme de aquí.
El silencio
deja una estela gris en las paredes,
cubre de negro mis ideas,
mis esquemas,
mis leyes.
Es un eco del vacío,
unas redes,
una trampa.
Es un momento,
un instante,
una mirada;
pero parece tan largo.
Es demasiado largo,
demasiado largo este instante,
esta espera.
La casa sigue esperando,
como si no supiera
que mi alma está en la puerta
y no sabe si deba volver.

Blanca Bermúdez
Escribo para sacar del alma lo que no se puede decir en voz alta. No soy perfecta, pero cada poema es una parte real de mí. Gracias por leerme. Quédate. Comenta.
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