De lejos se podía sentir su vibra.
A cortos saltos se dirigía sin rumbo alguno a través de la arboleda, chocando sus pies y aplaudiendo al compás de la fina brisa. El taco de sus zapatos, que en una poblada ciudad crujiría en busca de atención, era opacado contra la ofuscada tierra, plagada de hojas secas y flores marchitas. Su lengua chasqueaba, deteniendo el tiempo, haciéndolo pasar más lento. Una melodía surgía de su interior, apaciguando el feroz cantar de las aves. Con su mano tomaba el aire en un puñado, lo sostenía, lo mantenía ahí, en una inútil fuerza aplicada a algo inerte. Sonreía por la presencia de la vida. Por la materia híbrida. Por la naturaleza en sí misma.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión