Aprendí a amar de una forma TOTAL.
No amo un poco; si es un poco, entonces no amo.
Amo con imaginación, con cuerpo, con alma, con futuro.
Amo incluso cuando la persona ya no está.
No puedo soltar porque no puedo simplemente pasar la página:
tengo que desmontar un mundo entero.
Quiero olvido total, y que no duela más.
Que se apague el universo que construí adentro mío.
Me llevará diez vidas...
Qué denigrante esta intensidad.
Nunca fuimos parte. Yo lo hice parte.
Él no está pegado a mí:
es la fantasía, la emoción, la posibilidad.
No lo estoy soltando a él...
O tal vez si, cuando en realidad debo soltar el arquetipo con el que lo vestí.
Ese ideal que me dio placer, identidad
y también prisión.
Él no es él.
Es el símbolo del amor en el que me anulé.
Por eso no se va.
No porque haya sido importante,
no porque haya sido el indicado,
sino porque fue el amor que me desarmó,
el amor que me rompió,
el amor que me faltó,
el amor que, se supone, me lo debía ganar.
Soltarlo implica soltarme,
Esa yo,
que cree que tiene que morirse para que el otro la elija.
Ojalá pudiera ser como ellas:
dichosas ellas que no crean universos internos,
dichosas ellas que pueden cerrar capítulos.
Yo, tengo que desmontar una catedral.
No me da miedo estar sola:
me da miedo estar esperando.
Esperar me drena.
Esperar me enferma.
Esperar me hace enamorarme de fantasmas.
No me duele la soledad; me duele la esperanza.
Ese amar fuerte, tan fuerte, demasiado fuerte,
hasta desfragmentarme.
Si no, no me reconozco en el reflejo.
La soledad es preciosa,
pero no estoy enamorada de ella:
no vibra, no arde, no sacude. No duele.
Le pido a Dios equilibrio, suavidad, presencia.
Ya no quiero tener hambre.
Estoy vacía, pesada, agotada.
No rota, deshabitada.
Mi alma es una casa abandonada.
Di cuerpo,
di tiempo,
di deseo,
di delirio,
di valor,
di autoestima,
di futuro.
Y me quedé sin nada.
Pero sé que no fue amor:
fue devoción a un santo sin rostro.
Por eso duele como una amputación.
Mi manera de amar es peligrosa.
Es un disparo a sangre helada.
Amar es un sacramento.
Mi entrega es espiritual, intensa, y sufriente.
Tengo que aprender a amar.
Pero ¿cómo?
¿Dónde todos estos hombres me pisaron el pecho
hasta dejarlo hundido?
Soltar implica morir.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión