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Lunes. Treinta y cinco minutos pasadas las veinte. Estoy apurando el paso porque el colectivo terminó el recorrido antes sin explicación. Me muevo entre los telos Sur y Nic que son prácticamente vecinos. Destacan con sus carteles luminosos entre las fábricas y los depósitos de máquinas viales. Recuerdo que cuando tenia la moto y pasaba por los telos, les tocaba bocina saludando a las parejas que salían, solo por molestar. Y que, en caso de que alguno estuviera de trampa, se sienta perseguido por rata de dos patas, lacra infiel.

Los tonos azulados, fucsias y rojos típicos de la iluminación de los telos me dan la sensación de ser un detective divorciado dándole vueltas a un caso que no puede resolver mientras trata de no dormirse bajo el halo de letreros de neón y el zumbido eléctrico arrullador que producen. Miro una cámara de seguridad. Cuarta pared. Primer plano. Mi actor de método interior tiene ganas de salir.

Está oscuro pero es una penumbra bienvenida por mi fotofobia. El alumbrado público en estas partes todavía no se modernizó del todo y algunas calles mantienen el tono anaranjado de antaño. Si bien el alumbrado LED ilumina más y es supuestamente más seguro y ecológico, me jode bastante la vista y creo que le quita mística a la nocturnidad, como le pasó a Los Ángeles: en la película Drive se puede ver su último retrato bajo los tonos cálidos de su incandescencia. Somos criaturas de hábito y este animal nocturno necesita tener su hábitat adecuado. Entre 1500 y 3000 grados Kelvin estaría bien.

Últimamente me muevo en estados o escenas liminales. Salgo al anochecer, vuelvo al amanecer. Transito lugares entre-medio, una especie de limbo. Creo que va en sintonía con este período de purgatorio. Arruiné las cosas por desarrollar sentimientos que no deberían haber aflorado y ahora estoy en una penitencia auto impuesta hasta que esos sentimientos erróneos se evaporen. A esta hora le estaría contando que estoy yendo a trabajar. Pero estoy des-Pavlovándome, aunque la abstinencia lo complique.

Subo el puente mal construido de ruta 4 en Los Cuatro Ases. No me cansaré nunca de decirlo: este puente está hecho como el orto porque tiene una columna EN MEDIO DE LA RAMPA, que como un patovica violento, automáticamente excluye a discapacitados o personas con movilidad reducida; que por esta razón deben cruzar una ruta de aproximadamente 3 carriles en cada mano. Obviamente no soy arquitecto pero considero que el ángulo de inclinación es bastante empinado también. Un día voy a comprar una silla de ruedas solamente para venir hasta acá e intentar subir a ese puente y grabar la experiencia como escrache al municipio. Con lo empinado que es, la silla tendría que tener un malacate como los vehículos off-road para subir. El giroscopio bajo mi ombligo lo confirma. Sin embargo, un atleta urbano que utiliza las rampas como máquina de ejercicio de inclinación. Es la primera vez que veo alguien más que yo usando el puente.

Me indigné y me fui de tema. Como nunca dijo mi ex: "volvamos!". Corre un aire fresco que me agrada bastante. Hoy no me siento tan pesando como otros días. Me sigue doliendo la columna, posiblemente tenga que esperar el cooldown para volver a funcionar correctamente. Me da una puntada cuando giro hacia la derecha. Me dormí y no fui a la clase de boxeo pero hice rutina de hombros, bíceps y antebrazos. Esto último es porque descubrí que tengo una predilección vanidosa por mis antebrazos que se desarrollaron un poco más ahora que me la paso todos los días manipulando piezas de metal.

Llego al otro lado y comienza el juego recurrente de los treintañeros con miopía y astigmatismo que se niegan a usar anteojos: Camión o colectivo?. A esta altura del partido, siendo de noche y con sueño juego mi carta maestra: deducir por contexto! Es increíble lo lejos que se puede llegar en la vida deduciendo por contexto sin saber nada de eso que para los demás es intrínseco y les viene en el starter pack. Esto mismo hago cuando leo un idioma que no conozco, hay palabras que entiendo y las uso de ancla para interpretar el resto. De hecho hay palabras que en otros idiomas significan lo mismo y se pronuncian parecido como "cauchemar" en francés y "кошмар" en ruso, ambas significan "pesadilla" y se pronuncian "Koshmar". Por esto mismo se me dan relativamente bien el catalán, el italiano e incluso interlingua.

O quizás me sea tan fácil porque mientras los demás niños comían tierra y crayones yo leía en español e inglés, desarmaba aparatos eléctricos y armaba kartings con mi hermano menor. Razón por la cual entré a primaria directamente saltándome el jardín de infantes donde los niños aprenden a ser personitas, y tuve que hacer el curso intensivo imitando y estudiándolos como Jane Goodall en los documentales que mamá me grababa en VHS. Lo que para los demás está escrito implícitamente yo lo tengo que deducir por lenguaje corporal, cambios de tono, microexpresiones.

Engancho el 306 a San Justo. Literalmente no llego a leer el cartel si está a más de 30 metros. Pero sé que es el 306 que va a San Justo porque veía una mancha roja con un destello verde en la esquina superior derecha. No podía ser el que va hacia puente la noria porque la mancha del destello verde del cartel luminoso de San Justo es más pequeña ya que son sólo dos palabras. Elemental.

Saco boleto y apunto la vista para la fila de asientos individuales. Está llena. Me siento en la barandilla que usan las personas con movilidad reducida. Siempre que me siento en el borde de un asiento o barandilla, inconscientemente asumo pose a lo James Dean. De hecho, en otro laburo me habían dicho que me sentaba como modelo en publicidad de calzoncillos, cosa que me pareció muy graciosa y de la que me acuerdo cada vez que me percato de que estoy posando inconscientemente.

Sube una pareja de gente mayor, ambos de estatura pequeña. Él saca pasaje mientras ella va a sentarse. Cuando él llega, ella lo espera y le ofrece el asiento de la ventana si lo prefiere, a lo que él le cede ese lugar a ella. Una vez sentados, sus pies quedan en el aire sin tocar el suelo del bondi. Me enternece mucho la escena. Yo también quisiera vivir un amor así de longevo, con esa complicidad de intimidad cotidiana. Aunque presiento que cada vez el sueño se hace más distante, como un náufrago en el mar de arena que a lo lejos ve un espejismo de agua pero cuando se acerca solo encuentra el desierto. Mi pecado es el más antiguo: el desear lo que es inalcanzable.

Por la claraboya del techo se asoma la luna, recordándome una canción de Carla Bruni, lo cual me dibuja una sonrisa. Plano contrapicado de Selene, encuadre 9:16 con la ventana al cielo en medio de los tercios, enmarcada por los pasamanos metálicos, carteles y vinilos del colectivo. Cuando avanzamos, las luces anaranjadas atravesando el cristal aportan una transluminiscencia que da un aire a cuando se velaban los rollos de 35mm. Hermosa toma. Suena en mis auriculares: “Lune, je ne crois en rien […] Mais lorsque je te vois briller, Il me vient envie de prier”. Concuerdo con Carla. Yo tampoco creo en nada, pero cuando veo la luna brillar me dan ganas de rezar.

Bajo en Arieta y empiezo a caminar. Llego media hora antes de lo previsto, así que no tengo apuro y voy a comprar helado para darme un gusto. Con cada cucharada siento ese cosquilleo bajo los pómulos y detrás de las orejas. No sé lo que es la felicidad, pero debe ser muy similar a esto. Me bajo medio kilo sin culpa mientras camino por las calles semi desiertas, con algunas ocurrencias y escenas peculiares. De la nada, literalmente al lado del laberinto de barandillas peatonales de la barrera un hombre está lavando su auto estacionado en las vías del tren. Selección natural, supongo. O tal vez una reapropiación del espacio urbano frente a la falta de acceso a la tierra y el espacio de forma equitativa. Me puse político.

Estoy cerca del laburo y mientras camino me percato de un efecto: laS luces de ambos lados de la esquina me proyectan doble sombra, en la vidriera un reflejo y dentro del negocio, otro reflejo en un espejo.

Seuencia. Desdoblamiento. Plano general observándome en la vidriera. Plano cenital -ay, se me ven las entradas y la pelada en la coronilla!- de ambas postes de luminaria y las sombras dobles estirándose por la esquina. Plano americano de espaldas mirando la vidriera con dolly zoom a primer plano en el espejo. Primerísimo primer plano entrecerrando los ojos, pensativo.

Quien percibe. Quien escribe. Quien actúa. Quien dirige.

Cuantas personas caben en un monólogo?

Pablo Bernabé Céspedes

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