Miradas vacías,
cuerpos alargados,
expresiones huecas.
Deleite onírico
hecho realidad.
¿O simple castigo
del cuál no se puede hablar?
Quiero extraer el alma
con mis propias manos;
aquella puerta
de fácil acceso
pero nulo entendimiento.
Fue cuándo la conocí.
No era diferente a los demás
a excepción de sus ojos,
piedras de ámbar.
Desde ahí, deje de pintar
cuencas vacías y entonces surgió
un extraño pensamiento,
que solo la incluía a ella:
"Cuándo conozca tú alma, te pintaré los ojos"
Al final logré conocer
la sustancia, esas esencia,
lo que quería palpar.
No era más, que simple amor.
Eras tú, mi amor.
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