Desde el profundo de mi corazón.

Hay palabras que arden en el alma antes de nacer, y hoy las dejo salir porque ya no caben en mi pecho. Eres el fuego que despertó mis sentidos y la brisa que calma mis días; eres la luz que no sabía que buscaba, la promesa secreta que mi corazón llevaba tiempo deseando.

Desde que tu presencia rozó mi vida, algo en mí comenzó a florecer. Fuiste una chispa que incendió mis sueños dormidos, el pulso que hizo vibrar cada rincón de mi ser. No hubo instante en que tu imagen no encendiera una llama dulce y peligrosa, esa que ilumina y a la vez consume.

Eres poema y tempestad,
ternura que desarma,
pasión que eleva,
susurro que me rompe y me reconstruye.

Cuando pienso en ti, el mundo se vuelve más ancho, más profundo, más vivo. Mi alma se llena de un deseo que no solo abraza el cuerpo, sino también los sueños, los futuros, los silencios que esperan ser compartidos.

Quisiera escribir contigo un destino que arda:
un camino donde nuestros pasos se anuden como versos,
donde la risa sea música,
donde los besos lleven la fuerza de mil promesas
y cada abrazo sea un hogar que se enciende al instante.

Quiero ser abrigo en tus inviernos,
fuego en tus noches,
alas en tus esperanzas
y refugio en tus tormentas.

Quiero que nuestro amor sea un pacto luminoso,
un secreto que se celebra con la piel,
un viaje donde la pasión no se apaga,
donde el alma respire hondo
porque encontró por fin su lugar.

Hoy, sin temor y con la intensidad de mi esencia, te lo confieso:
te amo con una pasión que me desborda y con una poesía que solo tú sabes despertar.

Y deseo, con cada latido, que mis palabras lleguen a tu corazón como una caricia ardiente y eterna.