Descargo

¿Descargarme de qué? ¿De responsabilidades obvias?

Otra vez siento que llego tarde a los lugares, a pesar de que llego temprano. Hoy no es un texto de amor, sino de odio. Odio a mí mismo, odio por no saber manejar lo obvio. Odio todo, pero eso me lleva a odiar la nada. No se puede amar todo sin despreciar algo. Siento asco. ¿De qué? No lo sé. ¿Celos quizás de un futuro yo que pudo hacer las cosas bien pero no puede decirme qué debo hacer para ser él? Mi mente insiste en que ese yo lo hace únicamente por egoísmo puro. Desvaríos provenientes del odio incomprendido.

Sincerándome conmigo mismo, todo parece gris: el pasado, el mañana y el futuro. El amor me resulta obvio cuando no entro en los detalles. Mi psiquis está siendo devorada por el "no-entendimiento" de mi corazón caprichoso, ese que siempre quiere algo, pero que, al tenerlo, lo desprecia.

Me sobran las palabras para odiarme porque todavía no he encontrado las palabras para amarme o, quizás, lo más seguro, es que esas palabras aún no se han inventado. Cualquier persona anónima que lea esto pensará que soy un amante al extremo pesimista. La verdad es que no. No sé armar mis emociones sin que terminen en una explosión de palabras torpes en una boca que no modula. Sí, soy torpe en el habla, aunque me guste escribir (no me gusta, ya vas a ver por qué).

Decir que no me gusta escribir no es literal. Le encontré algo de satisfacción al ruido de las teclas, pero hasta ahí. Quizás sienta un mínimo de satisfacción cuando encuentro las palabras justas para expresar lo que siento, pero meh.

Me gusta escribir para sentir que le bailo en la cara a la tristeza, a esa mujer alta de vestido blanco, pálida, que me toca la espalda cuando mis ojos no pueden más y empiezo a llorar. Quizás ella ha estado más presente que mi madre a lo largo de mi vida. Escribo porque siento que mi dolor es solo una pared que me separa de algo más, algo que está más allá de esta vida insípida, amarga, que a veces tiene pequeñas notas de dulzura. No estoy viviendo la vida como los gurús recomiendan. Quizás, si escupo todo el veneno que llevo dentro, pueda olvidar cómo escribir y empezar a vivir de verdad, vivir en ignorancia, donde mi única tristeza no dependa de la suerte.

Cada vez que estoy aca, frente a vos que estás leyendo esto, una parte de mí se destruye y otra se crea. Seguramente esto no te genere nada, pero para mí lo es todo. No digo que sea la cura a todos los males, es más como ese pedazo de respaldo viejo que usan en Titanic para que Rose no se ahogue: algo que me mantiene a flote mientras espero ayuda.

En mi caso, esa ayuda no sé qué es. Espero a que algo aparezca y me salve o, tal vez, me remate mientras mi cuerpo yace en temperaturas bajo cero. Hay muchos en el mundo que, al verte y ahogarte, creen que eso los salvará del mar helado.